Tasmania es un sitio al que siempre he querido venir por su nombre. Tasmania. Parece que vienes al fin del mundo, y la verdad es que casi es así. La zona más al sur de Australia y sólo Nueva Zelanda más allá - en esta zona, por el otro lado Chile y Argentina creo yo que bajan más.
Tasmania. Un sitio para disfrutar por libre y por eso alquilo una caravana nueve días. Para poder viajar sin límites y parar allá por donde nos pille. Por otro lado una manera de probar para saber cómo lo vamos a llevar en Nueva Zelanda que serán muchos más días. El experimento es un éxito aunque no lo parece así desde el minuto 1.
Volamos desde Melbourne muy barato, con Tiger Air, uno 70 dólares ida y vuelta. Ni 45 minutos de vuelo. Y aterrizamos en Hobart para ir a recoger la caravana. Si llegas más tarde de las 5.00pm que cierran te pueden cobrar hasta 100 dólares más por esperarte. Estando a 2km del aeropuerto no se acercan a recogerte. El curioso balance calidad, precio, servicio aquí. Y con suerte. Reservé la última caravana disponible! !
Hemos cogido lo que aquí llaman una Hi-Top. Una furgoneta con un techo suplementario, que puede acomodar a tres pero además te permite estar dentro de pie si hace falta para cocinar y demás. Muy completa. Frigorifico, cocina de dos fuegos, asientos con mesa en el interior que se convierte en una cama amplia y bastante cómoda, y hasta microondas y tostador. Todos los aparatos para cocinar, toallas, sábanas y edredón de plumas que hace falta por la noche. A unos 100 euros por día.
Conducirla es otra cosa. Es como una vela de barco. Manual. Se la lleva el aire para todos los sitios y no hay manera de soltar las dos manos del volante. Bebe gasolina, no como el Hyundai de Cairns. Cambiar con la izquierda a media altura tampoco ayuda. Y llegar el primer día casi de noche tampoco. Así que la primera conducción es un poco estresante.
Paramos en el Coles de Sorell, nuestro supermercado favorito y nos aprovisionamos. Vino y sidras incluidas, siempre en tiendas separadas como licorerias, la ley australiana. La cajera y una vecina nos indican un sitio para parar por la noche, en el parque de los pioneros. Los baños públicos son estupendos, los limpian antes de que te levantes. Y tienen barbacoa eléctrica. Así que la primera cena es allí.
Ya desde el aeropuerto toda la costa se ve como en los mapas. El agua entra por todos los sitios y se confunden ríos, mares y lagunas. La carretera a veces pasa por encima y a veces no sabes muy bien donde estás. Son bahías excelentes para proteger los barcos, no es de extrañar que todas las ciudades más grandes estén en las bahías más profundas: Hobart, Launceston, Straham.
Conduzco sufriendo por el viento hasta la Península de Tasman. Realmente es una doble península unida por dos hilos de tierra, el primero en Dunalley da lugar a la Península de Forestier. El segundo aun más estrecho en Eaglehawk neck, el cuello del águila -los australianos no son muy originales con los nombres, todo se llama como a lo que se parece .... o como el primero que paso por allí o su promotor o mecenas-. Esta segunda es la Península Tasman.
Antes de entrar en la península hay un mirador que permite ver la Bahía de los piratas, que es toda la playa antes del istmo. Empieza la Tasmania Salvaje. Desde aquí conduciendo por la costa nos acercamos a ver el Tesellated Pavement. Una formación en las rocas que parecen azulejos tallados. Estamos sólos.
Al otro lado del istmo hay diversas formaciones rocosas que ha creado el mar. Normalmente erosionando la roca para crear cuevas y acantilados. Según el grado de erosión el acantilado da lugar a cueva, la cueva al arco, y cuando cede el arco al pilar. Los nombres un poco como siempre. Tasman Arch para el arco, Devils Kitchen para el acantilado cueva, y también Blowholes, por donde entra el agua. Nuestros bufones del cantábrico son mucho más espectaculares. Los acantilados en cambio son realmente salvajes, como el mar. Aquí ya se empieza a ver viajeros, bastante en caravana y con edad media entre 60 y 70 años. Un gran cambio con el viajero de Asia.
Aquí vengo sobre todo porque quiero ver el Penal de Port Arthur Uno de los penales originales que crearon los ingleses y que dio lugar al nuevo país de Australia. Con las colonias americanas recién pérdidas el descubrimiento de Cook abrió las puertas al nuevo modelo penal. Alejados de las islas británicas y como fuerza de producción gratuita en una zona remota, dos pájaros de un tiro. Estas son las cárceles a las que cantan todas las tristes canciones irlandesas, donde los pobres que robaban para comer eran aquí enviados.
Hay 11 penales que se han convertido en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y Port Arthur es el más famoso. Está además localizado en un lugar de naturaleza salvaje. Aquí los presos cortaban madera, luego fabricaban ladrillos y barcos, todo para el estado. La prisión no tiene valla, no les hacía falta, debía dar más miedo irse a explorar en solitario.
La visita merece la pena porque es de la poca historia que se puede ver en el país, aunque el precio sea un poco abusivo - unos 50 dolares- y los guías locales terriblemente aburridos -al mio sólo le aguanto 10 minutos de palabrería sin contenido-.
En el edificio principal se puede ver el tamaño de las minúsculas celdas, menos de 4 metros cuadrados, con las peores y más húmedas en los dos primeros pisos. Por lo visto se morían bastantes por enfermedades respiratorias, pero no sorprende si tienes que dormir en esas celdas mojado. Y eso que los intentaban cuidar, les daban buena comida porque tenían que producir. La comida dependía del trabajo a realizar.
Hay bastantes edificios dedicados a mantener a los presos sanos, incluso una casa de pobres y un manicomio de la época. Parece ser que a los pobres se les trataba un poco como a los presos. Un poco descolocados en la sociedad de entonces, como en la de ahora.
El alcaide de la prisión tenia una casita mansión no lejos de las celdas. Es curioso como se adaptaban al lugar. Había toda una comunidad de empleados civiles que también estaban en el recinto, pero un poco lejos de los presos, separados por jardines y con sus propias casas como de campiña inglesa: el medico, el cura, los funcionarios, .... Y una iglesia de piedra como si fuera Wiltshire.
La prisión dejó de estar en uso tras unos 50 años -1830 al 77- y un pueblo se formó alrededor. Un pueblo de estos australianos de casas de madera aisladas. Algún hoy alguna queda y se puede visitar. Iglesia local de madera. La casa del alcaide se convirtió en hotel. Es curioso lo rápido que se desarrolla aquí el turismo, la historia y los primeros visitantes casi coinciden en el tiempo. Ya a finales del siglo XIX se hacían excursiones. El pueblo original se llaman Carnavon para alejarse de su pasado, pero volvió a ser Port Arthur para recuperarlo.
Quizá el edificio más curioso es el de la nueva prisión, la zona de las celdas de aislamiento. Donde se probaron las nuevas teorías de la época. Celda por celda. Aislados. Con una hora de ejercicios al día. Hasta en la iglesia los asientos se hacían aislados. Ni los guardias hablaban, sólo gestos. Y los presos iban con capucha. Cuando ves los retratos fantasticos que hizo el primer fotógrafo de la época se ven unas caras marcadas y diferentes. Cuando lees las historias la mayor parte eran criminales menores, aunque en teoría aquí solo venían reincidentes. Aunque reincidiran en robar para comer.
Toda la zona da a una bahía de estas recortadas de Tasmania. Damos una vuelta en un barco con otro guía pesado. Una pequeña isla es el cementerio de presos y civiles, más de 1000 tumbas - hubo hasta 3000 presos aquí-. Enfrente el penal para menores - de hasta 8 años-. A los presos se les cedía a los granjeros para trabajar pero a los niños no los querían, no tenían fuerza, y les hicieron un penal aparte. Penal Puer,en latín.
Se disfruta el paseo por la historia y los grandes árboles. No sabia que aquí había ocurrido la mayor matanza de la historia de Australia. Un tipo solo mató a 35 personas. Del estilo del asesino de Utoya. La historia de los asesinatos a sangre fría no las crees ni viéndola en una película, sólo se encuentra en inglés en internet Espeluznante.
Se nos va el día aquí, así que al salir otra barbacoa y por la costa norte. Hay que deshacer el camino y seguir por la costa por la Tasman Highway. Una carretera mala de un carril para cada lado y sin hacer. Terrible para conducir pero estupenda para mantener la isla virgen.
Me voy haciendo a la furgoneta ahora sin aire. Encontramos un sitio estupendo para pasar la noche en Mayfield Bay. Es gratis y está lleno de caravanas con todo tipo de utensilios de locales de 70 años o más, todos muy simpáticos. El paseo por la playa, que está sola es estupendo.
Un vino de noche en la playa para ver las estrellas. Llegan de lado a lado y hasta el mar. Se ven tan bien como en el Namib, el Norongoro, Patagonia, ....o en una carrera aislada de Guadalajara. Pero aquí las del sur. La cruz del sur siempre visible.
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