domingo, 13 de marzo de 2016

Costa Norte

Amanece nublado en Gravelly Beach pero muy rapido se despeja para regalarnos el amanecer al lado del rio que es mar. Aqui es mejor que amanezca nublado porque se despeja. Si amanece despejado se nubla, esto es Tasmania.


Volvemos por el valle del Tamar, para mi uno de los mejores paisajes de Tasmania, famoso por su ruta turística del vino. Lo que es realmente espectacular es el paisaje del estuario con todos los tonos de verde y sus casitas de madera. Aquí si hay mirador.


Un poco más allá paramos hacer un paseo por la isla de Tamar, una reserva natural. Aquí se ven infinidad de pájaros,  todo tipo de patos, grullas y demás.  Y muchos cisnes negros. Muchísimos, y todos negros, en Tasmania no hay cisnes blancos. Se dibujan en el río como en un espejo, corazones en su cuello.


Se pasan varias islas y paisajes llenos de sedimentos, y alguna traza humana, como los barcos hundidos. Pero es todo naturaleza, un paisaje  distinto. Hay carteles que avisan de la actividad de las serpientes, incluso en el baño.  Al salir nos encontramos una en el camino, una serpiente tigre, venenosa, tranquilamente calentándose al sol y pasando de nosotros.


Acabamos la ruta por el valle y nos vamos a un parque natural en la costa, el Narawntapu. El paisaje es muy distinto, mezcla de todo. Damos un paseo de un par de horas y vemos muchos bichos, sobretodo Pademelon, un wallabi pequeño, marrón con el culo muy gordo y poco tímido.


La primera zona es de monte bajo y árboles muertos que en la punta reviven, como un bosque encantado. Otra serpiente tigre nos espera en el camino, todavía más grande que la anterior pero no se mete con nosotros ni nosotros con ella.

El paseo termina en una laguna similar a la de la mañana,  llena de cisnes negros y otros pájaros. La zona de observación toda llena de arañas que parecen gambas.

Volvemos por las dunas, como en Doñana y terminamos en una playa descomunal y bonita y salvaje. Otra sorpresa. Me quedo con ganas de bañarme y lo cambio por otra barbacoa.


Por la tarde recorremos toda la costa norte. Curiosamente está más desarrollada que el resto del país,  con algunos pueblos más grandes y hasta industria. Desde aquí salen los ferries que unen Tasmania con Melbourne. Y uso la primera carretera con dos carriles que he visto en la isla, se me hace raro.

Los pueblos son menos bonitos pero el mar es descomunal, se ve brillar azul por encima de los montes y prados verdes, en esta isla la naturaleza es todo. No paro hasta Easter Beaches, dentro de otro parque nacional, Rocky Cape. Es una playa con más gente, unos veinte, e igual de salvaje que las otras. Todo lleno de gaviotas aquí al menos probamos el agua.


La última parada la hacemos en Stanley aunque de camino cada curva es una playa estupenda. Stanley es un pueblo de costa, de vacaciones de aqui, podría ser irlandes, o escocés,  o inglés,  pero con mucho más sol y luz. Además del mar y la playa tiene una formación rocosa muy curiosa que llaman la nuez -the nut-. Le da un perfil visible desde la distancia y una personalidad diferente.


Las casas son de madera y nada afea la vista, parece que todo encaja. Es turístico sin estropearse, y es un pueblito con encanto y con pingúinos, aunque yo no los veo. La historia ligada al mar, y ahora dependiente de lo visitantes. 

Aquí nos cuesta más encontrar donde quedarnos,  nos vamos a un campamento donde disfrutamos de nuestras ostras restantes, el merlot, y aquí hasta un fuego. Me gusta Tasmania.



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