Tenia razón Paul Theroux cuando decía que odiaba las vacaciones locales cuando estaba viajando. A veces puede ser exótico, pero normalmente produce una saturación de gente en todos los sitios, son días de mejor quedarse a descansar. Nos ha pillado aquí la semana santa y las montañas quiero verlas, y hoy es Viernes Santo. Menos mal que Australia es país poco poblado y se nota poco, se ven mucho más a los grupos de chinos e indios, claro 3.000 millones contra 30, no hay color.
Las montañas azules son también Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, azules en teoría por el color con determinada luz que yo no he visto. Tampoco parecen mucho montañas, más bien un valle de árboles frondosos que transcurre en una especie de cañón gigante.
Se viene en tren, muy lento. Dos horas desde Sidney y muy fácil. No está ni a cien kilómetros. Desde aquí se puede hacer todo caminando, aunque nada más llegar hay un par de transporte turistada para llevarte de mirador a mirador. Andando se llega en 20 minutos de la estación a las famosas 3 sisters.
Las tres hermanas son tres piedras que están al pie del acantilado y donde todo el mundo va a hacerse las fotos. Desde aquí se ve muy bien el valle. Hoya hay demasiado chino para que tenga encanto y demasiada poca luz para disfrutarlo especialmente
Menos mal que se puede caminar y hacer alguna paseo en el que enseguida te quedas casi sólo. La oficina -comercial- de turismo vende las fotocopias de los planos para que puedas hacer el trekking pero son fáciles de seguir, y sencillos en general.
Las vistas son muy parecidas por todo el recorrido, asomarse al acantilado a ver el valle, los árboles, el agua cayendo y muchas cacatúas dándose paseos por la selva. No es especialmente espectacular pero si es bonito. A partir del cuarto mirador ya te asomas menos.
La luz se anima y nos enseña unas montanas más brillantes y un valle casi sin final. Me hubiera gustado andar más por el propio bosque, pero me ha dado un poco de pereza con tanta gente. Estoy muy mal acostumbrado al los sitios tranquilos, solitarios y únicos. Bueno, no es mala costumbre.
Vuelta a la ciudad, aún así tiempo de disfrutar de la bahía y preparación para el último destino. Nueva Zelanda . Preparar la vuelta así ha sido un poco shock, no sólo por el viaje sino por el motivo de la vuelta. Ahora estoy más tranquilo, he aceptado los términos. A disfrutar de final y todo saldrá bien en casa.
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