Madrugar para pegarse 3 horitas hasta Townsville, no hay tanto, unos 250 kilómetros, pero aquí con una carretera de un carril y limitaciones a 80 o 100 que todo el mundo escrupulosamente respeta se lleva su tiempo. El paisaje es también muy verde, casi todo entre parques naturales, le llaman Green Road. No se hace largo y llegamos justo a tiempo para coger el ferry de las 10.30. Sobre todo porque un local se ha ofrecido a enseñarnos el camino hasta el puerto sino no llegamos.
Esto ya no es Filipinas así que el ferry cuesta unos 35 dólares por cabeza y no incluye el parking que se paga aparte, 7 dólares por dejar el coche en un erial al sol a 40 grados, un regalo local. Pero bueno, esto son las trampas turísticas inevitables aquí. Hay muchas variedades, la gran diferencia aquí es que todas son caras. Eso sí, todo muy seguro y eficiente.
Magnetic Island la bautizo Cook, como casi todo por aquí. Al hombre no le iba bien la brújula y creía que eran las grandes rocas de la isla. Debe ser que no, pero el nombre se quedó y a mi gusta. Me sonaba mucho pero no sabia exactamente donde estaba.
Casi toda la isla es parque natural protegido, terrestre y Marino, y viven unos 2000 locales en la isla, vamos casi desierta. También se mantiene y explota muy bien, otra zona más salvajemente organizada.
Nada más llegar en ferry tomamos el bus que nos lleva al otro lado de la isla, unos 7 kilómetros. La playa se llama Horseshoe, no han sido muy imaginativos, pero la playa es bonita. Aquí me baño en mi red anti medusas - aquí se ven medusas transparentes enganchadas por todos los sitios- y debuto con la barbacoa eléctrica, que gran invento. Esto hay que llevarlo a España ya!!!
Después del solomillo a la parrilla hacemos un trekking por el final de la playa. En teoría conecta con la siguiente playa. Radical Bay. Hace un calor del demonio, menos mal que es menos de dos kilómetros. La llegada a la playa merece la pena, super salvaje, bonita, desierta, no hay nadie. Me doy un baño rápido sin red. La playa está llena de medusas gigantes, y el agua también.
Aquí hay unos árboles descomunales que crecen hacia arriba y hacia abajo, como si echarán columnas para aguantar el peso, son preciosos, ocupan un perímetro gigantesco. Nunca los había visto así.
Aquí hay unos árboles descomunales que crecen hacia arriba y hacia abajo, como si echarán columnas para aguantar el peso, son preciosos, ocupan un perímetro gigantesco. Nunca los había visto así.
También veo mucho pájaro, alguno curioso, el que más una especie de pájaro enmascarado, como con antifaz, como un superheroe, este de máscara amarilla y muy ruidoso, van por parejas y me miran mal, o tienen hambre.
Seguimos el trekking y llegamos a la playa del día, Florence, sin palabras. Una concha perfecta de aguas transparentes y rodeada de rocas. Totalmente salvajes. Totalmente solos. Y sin medusas. El agua tan caliente que sólo refresca al salir. Mientras flotas los peces locales te muerden.
La última playa del día es Port Arthur. Aquí ya no me baño. Sólo la disfruto desde el mirador mientras estiro la merienda. Aquí si hay cinco chicos haciendo snorkel, todos con traje de neopreno. Esto no me invita al snorkel, así que después de la parada seguimos andando hasta Forts.
La idea es hacer ahora el trekking de Forts a ver si vemos algún koala en un eucalipto, pero no. Hacemos la caminata pero no los vemos. No me extraña, sigue el calor del demonio. El paisaje no es tan bonito, no muy frondoso, pero el calor es lo duro, por suerte hay una fuente en el camino justo cuando me quedo sin agua.
Esta zona fue usada como fuerte en la II Guerra Mundial, de ahí el nombre. Algo de ruinas queda en la colina y es curioso por la parte histórica. En teoría desde aquí se controlaban radares y bombardeos. El puesto de mando todavía se conserva en una de las grandes cientos de rocas que hay en la isla.
Los australianos están orgullosos de su pasado militar, y también de su presente. Hay muchas referencias en pueblos y ciudades, una influencia muy anglosajona. Debieron pasar un buen susto en los 40 con los japoneses expandiéndose por doquier en el Pacífico.
Las vistas desde arriba son bonitas pero no de las mejores, curiosamente se me da un aire a la Pedriza con tanta roca, pero con mucho calor y un mar al fondo que queda más bonito que un pantano.
Volvemos en bus y al ferry a tiempo para llegar a las 18.00 más o menos, un poco tristes por no ver koalas y decepcionados con la vegetación, pero muy sorprendido con la zona de costa y las playas, con la integración de desarrollo y naturaleza y encantado con la poca gente que me estoy encontrando en estos sitios.
Desde aquí todavía una hora y poco más de coche para llegar a Ayr, a la playa de Alva. Mañana toca buceo. Lo bueno de conducir al anochecer es que se ven más bichos, así que veo wallabies, como canguros pequeños que me saltan por delante del coche jugándose la vida, son muy monos. De momento voy empate a dos, casuario y wallaby visto, ornitorrinco y koala pendiente.
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