martes, 16 de febrero de 2016

Cebu city

Se acabó Filipinas,  escribo desde el avión camino de Kuala Lumpur,  justo ahora pensando cual es mi vida real, y que me voy  encontrar a la vuelta - si vuelvo -. Y me da mucha pereza,  y como siempre tomo la decisión masculina de dejar de pensar ... y escribir, y planificar, y disfrutar el viaje hasta el último momento.

Volvimos a Cebu city,  no me gustó la ciudad  pero es  mucho mejor que Manila. Además en la paradas anteriores al estar aquí Dani, Javier y Guillermo ha sido un aliciente,  salir  con conocidos, y tener un poco de información de mi mundo anterior. Estuvo muy bien aunque algún día el Red Horse me pasara factura.


Ahora desde Dauin, en teoría no era un viaje muy complicado, pero igual hemos tomado seis transportes. Un bus local a Dumaguete para descubrir que hemos perdido el bus directo a Cebú,  así que tomamos otro bus para ir a coger el ferry. Se nos da bien y de hecho cazamos el bus original, pero va lleno. El ferry nos cruza de Negros a Cebú por la parte más estrecha, ni diez minutos. Se ven las islas como en el mapa. Al cruzar cogemos un triciclo hasta la terminal y el último y largo bus a Cebú, más de 4 horas. Ya sólo queda un taxi para llegar al hotel. Más de cinco horas y seis euros, y una experiencia más,  ya con el tranquillo cogido al país.

El tema de los gallos es difícil de creer, es seguramente el país de Asia en el que peor se duerma por ello - mucho peor que la llamada a la oración en cualquiler país musulmán-, pero es que además están en todas partes, cada casa puede tener diez o doce, todo el jardín lleno. Y durante el día los puedes ver transportados a todas horas y en cualquier lugar. Tienen unas cestas especiales para ellos, y los autobuses van llenos. Menos mal que de día no montan mucho alboroto.


En toda la costa de Cebú y Negros se pesca, se pesca todo creo yo, lo más curioso son ver las barcas enanas en las que se va a pescar en grupo, con redes, acorralando a los peces. Hasta esperan que salga el ferry para asustar a los peces y prepararles una emboscada.


En Cebú se ve miseria también,  menos que en Manila,  pero hay gran diferencia entre unas zonas y otras,  pero básicamente están las malas y las peores. No hay ningún sitio realmente caminable,  una calle normal da paso a una terrible, y se pasa muy rapido a infraviviendas. 

El tráfico aquí no es tan malo, el transporte local muy barato y honesto, y pese a todo parece seguro, aunque oscuro. Con un guardia de seguridad en cada pequeño negocio, a veces dos. Con los hoteles cogiendo la matricula de los taxis, alguien de uniforme cada diez metros, y la gente muy servicial y agradable.

La última vez nos quedamos en Fuente Osmeña,  la penúltima vez también. Casi nos pilló el Sinulog,  un gran carnaval religioso local. Lo que si nos pilló  fue la conferencia episcopal, obispos, atascos, y misas por todos los sitios, y por lo visto recogieron un poco a los mendigos.

Me acerco a ver lo poquito que queda, más por la historia que por lo que se ve. Esta el templete con la Cruz de Magallanes,  en teoría la cruz con la que Magallanes desembarcó la primera vez, le recibieron amigablemente y él les plantó una cruz en la plaza del mercado, y ahí se ofició la primera misa filipina.


También le dio el famoso Santo Niño a la mujer del jefe local. En la isla de al lado, en Mactan,  no le trataron tan bien  y el jefe local Lapu Lapu lo asesinó. No volvió Legazpi con Urbaneta,  espada e iglesia,  hasta 40 años después. Les recibieron  mucho peor - por algo seria -,  ellos bombardearon el pueblo y en seguida encontraron el Santo Niño en una casa.

Desde ese momento se convirtió en el elemento religioso del país,  se le construyó ahí una capilla y lugar de oración que todavía se mantiene,  pese a todos los incendios y desastres. La iglesia la han ampliado en la plaza con una zona de rezo al aire libre, muy concurrido. Es curioso ver como los locales llaman al cristal del Santo Niño antes de poner la mano sobre él como para pedir o rezar, como intentando llamar la atención.


Como en los templos y en casi todas las religiones hay todo un negocio alrededor de la iglesia,  colorido, con muchas figuras del Santo Niño con su capa gigante. Y velas, muchas velas, que aquí casi ni se encienden sino que se arrojan al fuego para que se consuman antes.


Al lado del mar está el fuerte de San Pedro, me ha sorprendido gratamente, pequeño, triangular, y muy bien mantenido,  cosa rara en este país. Con sus tres bastiones ahora de piedra, de madera cuando lo mandó construir Legazpi.  Curiosamente aquí el mar no se ha movido mucho como en otros países,  con mucho más sedimento. Enfrente la plaza es agradable y hay unos cuantos vestidos de personaje histórico,  y miss Cebú, guapa como muchas Filipinas. 

Poco más hay en la ciudad pero me da pena irme esta vez de Filipinas,  me ha gustado mucho más que la primera ronda en diciembre, pensaba que no sería un país para volver pero he cambiado de idea. Creo que es porque al conocer la logística complicada del país he elegido una ruta más sencilla de hacer,  con transportes menos complicados. Por otro lado he encontrado sitios muy agradables, y aunque turísticos,  menos concurridos, se adaptan más a mi gusto: Maolboal,  Siquijor, Dauin, Apo o hasta Malapascua. Y además he podido bucear,  un poquito más de actividad me ha venido bien. Ahora de vuelta a Kuala Lumpur,  por tercera vez, a planificar Oceania. Otro mundo. 

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