La verdad es que durante mucho tiempo pensé que Brunei era un emirato árabe mas, no hace muchos años que descubrí que era un pequeño estado en el norte de Borneo, quizás porque fue un protectorado inglés y sólo existe como país desde 1984. He decidido venir a verlo porque está de camino, pero también por curiosidad. Como casi todo el mundo sólo sé que el Sultán de Brunei es uno de los hombres más ricos del mundo.
Para llegar aquí dejamos Miri pronto por la mañana y nos venimos en una minivan llena de locales, en teoría es más rápido y no más caro que el bus, 60 ringitt por cabeza. El viaje se hace un poco largo e incómodo a pesar de que sólo son tres horas, con mucho bache y mucha parada. Sin embargo el tramite de aduana de entrada y salida es muy fácil.
Como siempre desde que llegamos a Malasia los locales nos sorprenden con sus atenciones. Esta vez un señor de los que viene en la minivan y al que espera su mujer nos lleva directamente al hotel que está a dos kilómetros del centro, nos dejan en la misma puerta. La mujer es filipina, un encanto. Va a ser una constante en Brunei.
El hotel se llama Apek Utama y está razonablemente bien, con cocina y muy bien de precio para ser Brunei, pero un poco lejos del centro. Se llega fácil por la carretera andando en 20 minutos, te llevan los locales, o mejor aún en un taxi boat que aquí es toda una experiencia, sólo por un dolar de Brunei por cabeza.
Brunei es sobre todo su río, uno de estos ríos tropicales inmensos rodeados de verde por todos los sitios, aquí no hace falta plantar palma así que la selva esta en todos los sitios. Pero la gran atracción, y lo que hace especial la capital Bandar Seri Begawan (BSB), es la ciudad encima del río, la ciudad flotante más grande del mundo, Kampung Ayer. Más de 20.000 personas viven todavía aquí. No tiene el encanto irrepetible del Lago Inle en Birmania que es completamente de madera y todo el mundo viste de manera tradicional, pero tiene un atractivo especial, es una ciudad viva encima del agua, con sus mezquitas, comisarías, bomberos, escuelas y demás, .... y un trafico de barcas que te tiene entretenido todo el día.
La verdad es que te esperas la suntuosidad de Dubai o Catar pero Brunei no es diferente de Malasia, por lo menos exteriormente. Se nota quizás mas desarrollo en el centro, pero como de los años 70, y en general el ambiente es más aburrido, menos gente en la calle, menos mercado, menos vendedores de comida, y sobre todo menos gente andando.
La verdad es que te esperas la suntuosidad de Dubai o Catar pero Brunei no es diferente de Malasia, por lo menos exteriormente. Se nota quizás mas desarrollo en el centro, pero como de los años 70, y en general el ambiente es más aburrido, menos gente en la calle, menos mercado, menos vendedores de comida, y sobre todo menos gente andando.
Está claro que el sultán es un excéntrico, con el palacio más grande del mundo con 1.500 habitaciones, 300 baños y grifería de oro, 500 coches de lujo, fiestas de cumpleaños de 30 millones de dólares, regalos de millones de dólares a amigos y conocidos, sueldos para el servicio de mas de 8 millones de euros para el mayordomo y el ama de llaves,..... Un Sultán que según la constitución es infalible, no se puede equivocar, una constitución del siglo XXI!!. Y un pueblo, que aunque siempre es difícil de juzgar, se le ve feliz, sin duda ayuda la sanidad y educación universal gratuita o no tener que pagar impuestos. ¿Funciona el modelo?
No hay demasiado que visitar además de la ciudad encima del agua y de disfrutar del río. Quizá lo más destacable son las mezquitas. La antigua mezquita, dedicada al padre del Sultán actual está en el centro de la ciudad, en una especie de lago artificial. Es blanca, con un minarete que destaca sobre el resto, cúpulas doradas y una copia del barco real. Está más bonita de noche iluminada que de día. El interior, como el resto del país, parece y en este caso casi que es, de los 70.
Hay una mezquita moderna, un poco mas afuera, a tres kilómetros que es la del Sultán actual, con las 29 cúpulas para celebrar que es el sultán 29 o que llevaba 29 años de sultanato o las dos cosas. Es más espectacular, con seis minaretes y dos cuerpos, con unas cúpulas que estilizan todo el conjunto. La pillamos en oración, sigue sonando como Camarón.
Para volver a la ciudad otra pareja encantadora nos recoge sin pedírselo en la entrada y nos lleva de vuelta a la ciudad. Son muy tradicionales pero muy agradables, a ella no la puedo tocar para despedirme. Es curioso, porque cuando lees sobre el país, y no sólo sobre este, piensas que a lo mejor la gente va a ser más radical (aquí hay sharia entre otras cosas, cierre obligatorio de todo los viernes de 12.00 a 14.00, prohibición de beber, etc...), sin embargo la gente es muy amable y abierta, pero con distintas costumbres. Sorprende lo autónomas que son las mujeres, con sus coches, sus negocios, sus cenas. Lo esperas más gris.
Los museos son prescindibles, el de historia no creo que pueda contar la verdad. Lo que vi me aburrió, mucho leer, poco claro. Brunei poseía casi todo el norte de Borneo, pero lo fue cediendo poco a poco durante la época de las colonias y los rajás blancos, y en el último momento, en el siglo XX, cuando se iba a integrar en Malasia la compañía Shell descubrió inmensos yacimientos de gas y petróleo, y junto con Inglaterra que la mantuvo como Protectorado se hizo un país aparte, para gloria y fortuna del Sultán (el más rico del mundo durante los años 70) y se supone que su privilegiado pueblo, 400.000 habitantes.
Es más curioso de ver el museo de la regalía, es decir, lo que le regalan al sultán. ¿Qué le regalas a este señor con una fortuna de más de 15 mil millones de euros? El rey de España una placa de plata bien fea y triste. Los hay mucho más horteras. Los mejores los que regalan algo original de su país, como las figuras de las líneas de Nazca en plata que le regalo Fujimori. En el museo también están todos los utensilios de la coronación, todo de oro, así como las carrozas, tronos y vestidos de la comitiva. Al museo hay que entrar descalzo, pero te dejan unas pantuflas que parecen robadas en hoteles.... hay detalles que no entiendo. A ver si en la próxima visita Felipe VI le regala pantuflas todas a juego.
La comida no nos ha gustado nada, es más cara y peor, con pocas opciones animadas en la calle. Lo mejor el desayuno en el hotel, que tiene leche y cereales de verdad, bastantes difíciles de ver. El mercado local también está bastante apagado, lo mejor la situación al lado del río y con la selva detrás.
Vamos bastante en las barcas locales, son bonitas, de madera por dentro y van extremadamente rápidas. Por la noche tienen luces, en Birmania el barquero iba soltando chispas con un mechero por un lateral, así que es algo más seguro.
Nos damos un paseo por Kampung Ayer, tienen un museo más moderno y mejor organizado con la historia del poblado. Lleva más de 1.000 años funcionando, como centro de comercio y vivienda. Una pena que hayan desaparecido los mercados flotantes, con sus señoras de descomunales sombreros que servían como sombrilla y paraguas. Los primeros occidentales aquí fueron españoles, uno de los que venía en el barco era veneciano, de ahí le viene el sobrenombre de Venecia de Oriente .... pero no, no se parece.
El último día hacemos una excursión excepcional, lo mejor de Brunei. Hablamos con un barquero y nos lleva un par de horas por el río. El río impresiona por lo salvaje, en cuanto se sale del centro del pueblo es pura selva virgen. Hacía el norte hay más pueblo flotante moderno y el río se hace más ancho.
Hacia el sur está la parte más salvaje, en el lado derecho el palacio descomunal del Sultán que sólo se adivina a pedazos, parece ser que lo están ampliando!!!!! En cuanto se pasa la zona del palacio el río es todavía más bonito, con más ramales, mas árboles, manglares tremendos.
Paramos a ver a las familias de monos narizotas saltando de árbol en árbol, vemos por lo menos unos diez en un par de paradas, no están demasiado cerca pero se les ve bien. También hay muchos pájaros, águilas con las cabezas blancas, grupos de garzas, otros pájaros que no sé identificar.
Y la puesta de sol sobre el río, como un espejo. Muy tranquilo. Como nuestro piloto, un tipo muy relajado. Han sido un par de horas, 30 dolares de Brunei, 10 € por cabeza, merece mucho la pena. Nos deja en el embarcadero, casi nuevo, pero con pinta de los 70 también y nos buscamos una cena local.
Es difícil juzgar, incluso estando aquí, pero lo que está claro es que me alegro de haber venido, por su gente, por ver su río, su pueblo flotante y aprender un poquito más.
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