El sobrino Barracuda nos lleva en su barquilla de patines al pueblo para coger el ferry, hay que levantarse a las 4 de la mañana. Tras una hora en la barquilla llegamos al ferry, es más pequeño que el de Gorontalo. Es el Puspita Sari, va hasta arriba de gente, es domingo. Somos los únicos dos occidentales. Vemos amanecer, aquí antes de que veas el sol ya es totalmente de día, parece que el sol no hace falta y ya toda la gente en los pueblos está activa.
Nos acomodamos por un pasillo, el olor de la zona de dormitorio común es demasiado fuerte. Pasamos por varias islas y pueblos. Hacemos dos paradas antes de llegar a Wakai, una en Katupat. En todos los sitios los pueblos están sobre el mar. Casas de madera, terrazas sobre el mar, la vida sobre y en el agua, gente pescando. El Puspita Sari nos deja sobre las 9.00 en Wakai.

Ibamos a quedarnos en Kadiriri que está muy cerca, pero algún viajero nos había hablado del buceo en Unauna, yo había leído sobre el volcán, y mientras estamos decidiendo en el muelle nos encontramos un dive master de Madrid, Antonio, que trabaja allí, y enseguida un local nos ofrece ir a su alojamiento, unas cabañas nuevas en la playa que Antonio conoce de vista, así que nos animamos.
A otro barco, cada vez más pequeño, pero más gente y bultos en proporción, y lo que mas me gusta un ambiente viajero muy local. Es la barca pública a Una Una, cuesta 25.000 rupias, el Puspita 30.000. Otras tres horas por mar, ahora un poco más mar adentro, ya no pegado a la costa. La barca cabecea constantemente y terminamos tumbados entre los bultos como los demás locales, un tetris humano. En el muelle se sube a pulso, sin escalera, mochilas y personas.... por algo hay que hacer estos viajes ahora y no dentro de 20 años! !!!
Todavía otra barca más, la cuarta hoy, para llegar a las cabañas. Esta una pequeña lancha. Y llegamos a Mega Cottages. Muy Mega no es, son nuevas, y están en la playa - bueno, enfrente del mar, playa, playa tampoco es-, demasiado aislado, alejado del buceo y un poco desolado, somos sus primeros clientes. Me da mucha pena irme por Iful, el dueño, pero nos quedamos un día y nos vamos al resort de buceo, Sanctum. Por cierto, el sol quema, estamos casi sobre la línea del Ecuador.
Por la tarde nos acercamos al centro de buceo andando, Iful nos ha dicho que hay dos kilómetros pero nos lleva más de hora y media andando por la playa. El paisaje es impresionante y completamente virgen. Costa salvaje de mar transparente e infinidad de cocoteros.
Despues de arreglar los planes para el buceo nos volvemos por el mismo camino. El paseo me sigue encantando, tan virgen y tan autentico De vez en cuando una casa de pescadores o una pequeña granja, todo de madera, todo natural, tranquilo, locales sonrientes.
Después de cenar le decimos a Ifun que nos vamos. Me da una pena tremenda, es muy difícil que un local se embarque solo en un negocio turístico. A la mañana siguiente y después de pasar más de una hora con Ifun hablando de como mejorar su negocio me voy mucho más optimista, me ha preguntado cómo podía mejorar y hemos hablado de mil ideas. El esta aprendiendo inglés directamente de un diccionario palabra por palabra, su mujer cocina, la niña está en su silla hecha toda de madera. El sitio tiene un gran potencial, sólo en el desayuno hemos visto decenas de pájaros incluidos muchos martín pescador, está enfrente del mar. Los consejos vienen de los gustos occidentales y la importancia de herramientas como tripadvisor en una zona de viaje como esta, Ifun nunca ha oído hablar de TripAdvisor, aquí no llega internet en toda la isla. Ifun sólo nos cobra 8€ por cabeza, con las comidas.
En Sanctum hay un ambiente muy agradable, muy internacional, con estudiantes y dive masters de Finlandia, Australia, Holanda, España, Francia y Belgica y sólo cuatro clientes con nosotros. En Una Una no había ningún alojamiento Hasta el 2015, por eso decidí venir. El resort es muy bonito, puro diseño, pero cero gestión. Las vacas se cuelan en el recinto, las moscas los acorralan en las comidas, los locales yacen por las hamacas. La dueña es una dive master finlandesa que se casó con un indonesio de familia pudiente, la familia tiene muchas propiedades y entre ellas el resort de Kadiriri. .. allí conoció a la filandesa. Se montó el resort, pero la gestión es otra cosa, no creo que ella dure mucho allí. Casi sin transporte al exterior, sin Internet, con comidas y bebidas limitadas, y con unos locales que les cuesta trabajar bajo este sol, con sueldos de 70€ al mes y ella sin hablar indonesio.
Los europeos son un encanto, fuera y dentro del mar. Antonio es nuestro dive master, de Sainz de Baranda, por lo que se ve viajero empedernido. Vamos a bucear en barquita muy pequeña y casi buceo privado. Sólo buceamos un par de veces, sólo queríamos probar la zona, pero hay mucha corriente ya en esta temporada y está claro que no la conocen bien, de hecho nadie ha buceado aquí en noviembre de manera continuada.
Vamos al Pináculo y a Jam, los corales pero sobre todo las esponjas son muy bonitas, pero la corriente y la visibilidad le restan espectáculo. También hay mucha vida, pero venir de Bunaken y Lembeh no ayuda. En el pináculo, nos encontramos torbellinos de trevelly y otras escuelas de peces que se juntan a la vez.
En Jam no encontramos a las barracudas, pero si muchos bancos de snappers amarillos que circulan por encima de los corales como coliflores. También vemos otros peces bonitos como los Napoleón, los ballestas payasos, algún trompeta descomunal, muchos peces león, morenas y hasta dos pulpos. También nos animamos a hacer snorkel, justo enfrente del resort hay de todo, aunque el coral no sea especialmente bonito. Como siempre, con las gafas y el tubo se van las horas.
Los otros dos viajeros se van a prometer debajo del agua, muy de película. Lo sabe todo el mundo menos ella. Hasta pollos traen para una cena especial. Necesario porque la comida aquí también es básica.
Una mañana nos acercamos al volcán. Una Una es una isla volcán, explotó la última vez en los años 90. Dio tiempo a evacuar la isla, pero algunos todavía no han vuelto, y se pueden ver las casas abandonadas por toda la isla.
Nos vamos en moto, unos 35 minutos de paseo entre cocoteros, pueblos, playas, etc. Muy interesante. Se llega a un torrente y/o río de lava seco, y por ahí se empieza a a ascender, primero en moto, luego a pie. El paisaje es impresionante, es como andar por la selva virgen, pero con la amplitud del cauce seco para observarla.
Baja muy poca agua, y baja hirviendo, de hecho me quemó más de una vez al pisar el agua en el trekking. Los guías nos van llevando por afluentes más estrechos hasta que terminamos andando directamente por la selva, el calor es extremo, el sol más el agua hirviendo.
Tras hora y media andando llegamos al volcán, Gunung Cholo, no hay cráter, solo un lago, frío curiosamente, mientras todo hierve a su alrededor. Rodeado por una plantación de bananos abandonada. Tras la explosión el volcán se hundió, es como plano, con alguna pequeña montaña. Sale humo de las paredes, del suelo, huele y se ve el azufre. Me vuelvo a quemar al tocar el suelo.
La vuelta es más corta, cuesta abajo. Voy recogiendo las cajetillas de tabaco que tiran los guías, esa costumbre tan indonesia de tirarlo todo al suelo o al mar, incluso aquí siendo los primeros guías a la ruta natural de la isla ocurre, me miran raro cuando lo recojo, sonríen, creo que no lo entienden.
La noche antes de irnos me quedo de charla con los franceses, gente muy agradable y muy interesante. De paso consigo las dos temporadas de True Detective, la quinta de juego de tronos y 4 películas sudamericanas. El intercambio viajero es un valor añadido, al intercambio local. Todo cuenta.
Para salir de Una Una volvemos al barco publico, nos llevan en moto, esta vez además cargan madera, luego todos los locales, solo nosotros dos occidentales mil bultos y hasta 3 motos. No creo que cumplamos ninguna norma de seguridad de navegación. El capitán se sienta en el techo y pilota con los pies. Nosotros volvemos al tetris humano. Como dice Paul Theraux sobre viajar en tren, nosotros somos los viajeros privilegiados, al resto no les queda más remedio, aquí por la insularidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario