jueves, 12 de noviembre de 2015

Toraja - Sur

Me ha dado pena no irnos con el buen hombre del hotel, no hay muchos clientes, aunque los que hay nos apilamos en el Poppies,  se ve que la Lonely sigue teniendo adeptos. Josep nos ha buscado a Rachid,  un guía que habla español y con el que podremos visitar alguna ceremonia funeral y que nos acompañará todo el día. Alquilamos una furgoneta. 875.000 rupias entre cinco, el regalo del funeral aparte,  nos sale muy bien.



La primera parada es en el funeral, es en un pequeño pueblo a las afueras de Rantepao. Esta abarrotado de gente. Es un funeral de una familia de clase media baja así que sólo hay como unos mil invitados y sólo matan un búfalo hoy.  Hemos tenido suerte y no hemos visto el sacrificio, cuando llegamos ya están despedazándolo.


La ceremonia es en casa del difunto, su ataúd subido en la terraza de la casa preside la ceremonia. Son ataúdes redondos, un tronco de árbol vaciado. Todo alrededor de la casa se han montado estructuras temporales de bambú, todas numeradas como en terrazas, donde se acomodan todos los invitados.

En la zona central se apilan los cerdos apresados entre bambú y cuerdas, cuando se ponen a gritar no es especialmente bonito. En el mismo sitio están despedazando al búfalo.  Los cerdos son regalos de los invitados. Todos los cerdos se matan y la carne, como la del búfalo se reparten entre los invitados. Nosotros también llevamos un regalo, un cartón de cigarrillos.


Cada vez que llegan un grupo de invitados presentan sus respetos a la familia más cercana. Son recibidos como en una plataforma de bambú,  con los nietos vestidos de trajes tradicionales y se les invita a tes y pastas, se entregan los regalos, y son recibidos por el grupo de niños tocando sus instrumentos de viento.  El bambú se usa para todo.


Parte de la familia nos invita a sentarnos con ellos. Tomamos la nuez de betel con una hierba y calcio, aquí lo mastican las mujeres ya que no deben fumar - si quieren conservar su reputación -. Está muy fuerte,  amargo, se debe masticar envuelto en una hoja seca y no tragar. En teoría es bueno para los dientes, a mi me sabe fatal, pero lo pruebo.


Nos traen té y pastas, y finalmente nos quedamos a comer con ellos, arroz, tofu, cerdo cocinado en bambú, en un pedazo de papel y con las manos, está sabroso, rico, y auténtico. Rachid nos va explicando tradiciones y costumbres y se nos va medio día aquí,  me ha gustado mucho más de lo que me esperaba,  y muy auténtico, ni siquiera han mirado el regalo cuando se lo hemos dado y nos han agradecido que nos quedáramos.  Da un poco de vergüenza ver algún turista colándose por el medio de la ceremonia haciendo fotos a todos y andando por donde los locales respetan. Rachid ha hecho que todo sea muy natural.



Desde el funeral nos vamos a Kete Kesu,  es un poblado Toraja antiguo.  Es realmente bonito, pero durante todo el día por los caminos - terribles - vamos a ver pueblos tradicionales, muchos más de lo que me esperaba, y muy bien conservado,  tradición y construcción. 

Las casas Toraja son espectaculares. Todas de madera, el piso inferior vacío para los animales, aunque ya no se permite por salubridad. Las habitaciones arriba,  normalmente tres, incluida la cocina, con la pila de piedra para que no se pudra la madera  y sorprendentemente cocinan también dentro, con su propia chimenea. Fuera se colocan todos los cuernos de los búfalos que han ido sacrificando,  cuanto mas y más grandes mejor. Las paredes completamente pintadas con motivos geométricos y normalmente con una cabeza de búfalo de madera.


Pero sin duda lo más espectacular es el tejado, el techo hace una forma de u muy pronunciado,  como los cuernos del búfalo,  no me dejara de maravillar durante los próximos días. Se supone que imita la forma de barco de los primeros emigrantes que convirtieron sus barcos en casa.  También se dice que apunta al cielo como principio y fin de todo. Los tradicionales se hacen de bambú entrelazado, con  aceite del propio bambú para hacerlo impermeable. Encima crece de todo, toda la vegetación posible. Las modernas ya hacen el tejado de chapa,  mucho más fácil de conservar, pero mantienen toda la estructura. Las casas son de los clanes, de las familias. Cuando las familias van creciendo van construyendo nuevas casas.


Y enfrente de las casas los graneros, son hórreos,  como los de Galicia pero con  tejado Toraja, la misma estructura que el tejado de las casas.  Levantados del suelo con pilares redondos de palma resbaladizo para que no suban los ratones. También muy decorados y coloridos. La gran diferencia es que estos hórreos guardan arroz y no maíz.  Además la base tiene una plataforma donde normalmente se reúnen los hombres del pueblo, sólo los más venerables se apoyan en sus pilares.


El conjunto de casas y graneros enfrentados es muy visual, con todos los tejados apuntando al cielo, como con una gran avenida principal.



En este pueblo también hay enterramientos famosos. Ahora los enterramientos ya tienen motivos cristianos pero se siguen manteniendo muchas tradiciones.  Esta gente se entierra en cuevas o en lo alto para evitar a los animales y  a los ladrones, normalmente se entierran con sus posesiones valiosas. Ellos creen en una vida más allá para la que hay que ir preparado.


Aquí se ven los ataúdes de madera tallados, como cofres, como búfalos,  como cerdos, .... árboles vaciados. En la pared se hacen agujeros, se colocan traviesas y los féretros van arriba. Pero claro, el espacio se acaba, la madera se acaba estropeando y los lugares se reutilizan. El resultado es que se ven verdaderas antigüedades que deberían estar en museos y a la vez una amalgama de huesos humanos por todas partes, con calaveras al aire libre apiladas sobre cualquier sitio.



La siguiente parada es en Madong,  otra curiosidad local. Entre pueblos Toraja se llega al árbol de los enterramientos infantiles. Esta tradición ya no se usa, prohibida por el cristianismo. A los niños que morían antes de que les salieran los dientes se les enterraba en un árbol de sabia blanca, para sustituir a la leche materna, y que siguieran creciendo mientras el árbol estaba vivo. Se hacía un agujero en el árbol sin matarlo y se tapaba con una puerta de caña y bambú,  al crecer el árbol cerraba la corteza.


Justo aquí nos pilla una tormenta y nos refugiamos en el pueblecillo,  en una casa local, donde nos preparan un te estupendo con vistas al pueblo. Un momento íntimo y agradable.



La última visita del día es Lemo,  una de la zona de tumbas más famosas. Todos estos sitios ya están protegidos, vigilados y facturados por el gobierno, aunque sólo a poco más de euro por cabeza. Aquí son famosas las tumbas horadadas en la roca y sobre todo los tau tau, unas figuras de madera que son espíritus protectores del difunto. Hechos a mano especialmente para la ocasión, sólo si se matan al menos 25 búfalos se tiene derecho a poder tener uno en la propia tumba. Las figuras están como en un gradería,  con los ojos muy abiertos. En cada tumba en la pared pueden caber 5  o 6 cuerpos.



Llegamos a descansar a Rantepao al final del día.  El grupo con Borja,  Soledad y Aureliana es muy animado. Son buenos negociadores también,  así que ellos se encargan de gestionar un trekking de dos días por las montañas en la zona norte, dormiremos y comeremos en casas locales, promete, y es como reencontrarse un poco con el Camino. Los negociadores lo dejan todo en poco más de 2 millones,  a unos 15 euros por día y por persona. Esta bien que organicen otros de vez en cuando.


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