Al norte de Palawan hay una de las nuevas siete maravillas naturales del mundo, uno de los engendros provocados por Internet y las votaciones. Es el río subterráneo más largo del mundo. No iba a ir a verlo porque no había leído nada bueno de él, pero he cambiado de opinión en Puerto Princesa.
Básicamente por dos razones, la primera es que me he enterado que es Patrimonio de la Humanidad desde el 99, antes de la votación, y nunca me ha decepcionado un lugar con esa denominación de origen, por lo menos hasta ahora. Además estoy tan a gusto en Puerto Princesa que acomodo la actividad para entretenerme. Y finalmente, estando tan cerca y por 20€ y con tiempo me decido a probar.
No me ha decepcionado en absoluto. Lo bueno de tener las expectativas muy controladas. La verdad es que echas el día entero entre el viaje y esperas para estar poco más de media hora en el río, pero por otro lado la isla es tan espectacularmente verde y agreste que se disfruta.
Vamos en un grupo heterogéneo, un texano, una pareja irani, una inglesa alemana, una de viejo suizo con joven local y dos parejas más locales. No es un mal grupo para un solo día. Se tarda unas dos horas en llegar a Sabang y en el camino solo hay montañas, verde y mar.
La playa en Sabang es totalmente salvaje, rodeada de montañas, con palmeras y barcos locales patinadores. Y muy limpio, otra cosa que me está gustando mucho de Filipinas. Aquí es la primera espera, no es mal sitio para esperar. Nos dan la comida en un chiringuito en la playa y después tomamos un barquito hasta la playa por donde desemboca el río.
No son ni diez minutos, se llega a una pequeña playa todavía más salvaje y muy protegida entre rocas. Aquí ya se apilan los turistas. Esta es la parte más aburrida hasta que te toca entrar en el barco de remo dentro del río subterráneo. La zona está muy bien cuidada, se ven macacos y varanos gigantes como los de Tioman
Finalmente entramos, la entrada es de lo mejor, el río sale por la boca de la cueva y desemboca en una laguna de aguas verdes. Por ahí te traga el río y empieza la visita por el interior.
La autoguia que te dan es infumable, al poco rato la apago. El interior no es espectacular por sus formaciones, aunque en algún sitio si se ven cúpulas y paredes pulidas de mas de 100 metros de alto. Quizá lo mejor es explorar la cueva desde el bote. Todo a oscuras, sólo con la linterna del remero y en el más absoluto silencio - aparte de los murciélagos.
La verdad es que la gestión del río es muy positiva, explotándolo pero con una total conservación, con atención a los detalles, no dejan fumar en todo el parque. En Malasia o Indonesia estaría todo lleno de colillas de los locales. Aún así es una actividad que es difícil de recomendar, muy organizada, demasiado tiempo muerto, pero no es tan terrible como había oído. Estoy contento de haberme acercado.
La vuelta otras dos horas. A tiempo para preparar la salida e ir a tomarse algo algo a la zona local. Más cerveza y sig sig.
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