Hemos aterrizado en Palawan, parece el nombre de los pequeños Jedi, pero no. Es una isla alargada al oeste del archipiélago, la más occidental que casi llega a Borneo. Es un grupo de islas con distintos nombres, difícil de agrupar y entender aquí en Filipinas. La agrupación es para simplificar me imagino, con 7.107 islas es difícil.
Llegamos a la capital, a Puerto Princesa, que no tiene nada, pero estamos tan bien y la gente es tan agradable que me quedo tres días. Que energía positiva después de volver a salir huyendo de Manila. Llegamos de madrugada desde Banaue y nos subimos a un triciclo -mala idea- que nos llevó al hotel. El ambiente a las 5 am en Manila es espeluznante. Recogimos nuestras bolsas grandes del Wanderers, desayuno, internet, tiempo y al aeropuerto. Tenemos que parar cuatro taxis antes de que nos pare uno no estafador. No llega a tres euros.
Ya en Puerto Princesa es más un pueblo que una ciudad, unos 250.000 habitantes pero también caótico y con mucho tráfico. Pero aquí se lleva bien, muy bien. Mucho filipino sonriente y mucho ambiente local. Es casi una carretera principal que lleva al puerto y poco más. Los aviones pasan raspando los edificios. El aeropuerto es de los de salir andando por la pista.
Ya en Puerto Princesa es más un pueblo que una ciudad, unos 250.000 habitantes pero también caótico y con mucho tráfico. Pero aquí se lleva bien, muy bien. Mucho filipino sonriente y mucho ambiente local. Es casi una carretera principal que lleva al puerto y poco más. Los aviones pasan raspando los edificios. El aeropuerto es de los de salir andando por la pista.
El transporte local está monopolizado por los triciclos, aquí muy tuneados, caben hasta 7 en cada uno. Me recuerdan pequeñas naves espaciales, están en todos los sitios, muy baratos, conductores alegres y no pesados. También los famosos jeepneys, por supuesto.
Cerca del mar han preparado una especie de paseo marítimo de tierra donde van todos los locales a pasear, con los niños, a cenar. Un gusto ver a la gente disfrutar. Nosotros también. La ciudad está toda rodeada de mar. Aquí los niños juegan con unos triciclos muy parecidos a los que hacen de tuk tuk, una preparación para el futuro. La cerveza nos sabe estupenda. La comida local mejora bastante aunque muy grasa. Comemos mucho una cosa que llaman sig sig de cerdo, muy muy graso pero sabroso, creo que es careta de cerdo. La cerveza es de San Miguel pero más fuerte, Red Horse, 7 grados. Llegamos a casa contentos.
La pensión donde nos quedamos, aquí a los hostales y pequeños hoteles les llaman así, está muy bien. Había ganas de un poco de comodidad después de los autobuses y las montañas. Y de calor. Aquí hace calor otra vez. Al sol mucho, a la sombra se aguanta.
Las pastelerías también están muy bien así que vamos recuperando el apetito, nos hinchamos a bollos para desayunar y merendar. Como el idioma tiene palabras en español algunas coinciden. Por ejemplo ellos también tienen merienda, pero es casi a todas horas, como si fuera cualquier cosa para picar fuera de las comidas. También ensaimada. Claro, pido bollos que reconozco. Muchas otras palabras me imagino que las conservan porque se utilizaron para cosas que no existían antes de la llegada de los españoles: zapatos, basura, moralidad, los números, etc.
Ahora todo el mundo estudia inglés, y hay un gran nivel hablado en la calle. Todo en la tele es en inglés, hasta los anuncios. Hasta los años 70 el español estaba en el sistema educativo pero lo cambiaron por el inglés.
Damos unos cuantos paseos, hay poco que ver. Se conserva la zona donde ejecutaron a los prisioneros de guerra americanos, cuando las cosas se les ponían feas a los japoneses. Los metieron en salas, la echaron gasolina y les prendieron fuego. No se cómo, pero 11 huyeron.
Aquí se ven ya bastantes iglesias. Tienen hasta su catedral que no es fea aunque sea nueva. Todo está destruido desde la II Guerra Mundial. Las Filipinas era territorio americano invadido por los japoneses, estuvieron aquí tres años, y entre unos y otros no quedo piedra sobre piedra. De entre las iglesias, lo que más me sorprende es la congregación de Ni Cristo... me parece broma hasta que aprendo que 'ni' en filipino es 'de'. Explicación sencilla.
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