viernes, 27 de noviembre de 2015

Banda Aceh

Banda Aceh es nuestro punto de entrada  y salida en Sumatra, y está en la punta occidental de la isla. Realmente la vemos a la vuelta. A nuestra llegada desde el vuelo interminable de Surabaya la búsqueda del hotel es efectivamente un desastre,  hasta en cinco llego a preguntar, todos llenos, las 11 de la noche. El taxista que es casi un niño nos ayuda bastante y terminamos en uno muy muy local - el de la recepción se hace fotos conmigo cuando me trae las toallas -. Sobrevivimos. A las 7 nos despiertan con el desayuno,  te y arroz, pero nos salvan de perder el ferry al que por casualidad llegamos a tiempo. Nos lleva un abuelo en un tuk tuk tras una conversación en mi indonesio de ninguna palabra, pero llegamos. Soy el único blanco, así que sacar el ticket entre un grupo de locales apretados contra una verja me lleva un rato.

En la vuelta desde Pulau Weh la logística va mejor. Al llegar al puerto un amigo de Tony, el del tuk tuk de Pulau Weh, nos espera en otro tuk tuk y nos lleva al hotel que está vez si conseguí reservar en booking. Hay una pequeño rifirrafe entre conductores de tuk tuk pero llegamos sin novedad.

El plan es ver un poco la ciudad. Banda Aceh fue un reino relevante en el siglo XVII,  sobre todo por el comercio al estar tan cerca de Malaca y también en la ruta de la Meca.  Todo esto fue hace mucho y realmente ha sufrido más conflictos que otra cosa.  Por desgracia el Tsunami los puso de nuevo en el mapa de la actualidad.  Casi la mitad de su población murió,  los  números de muertos y desaparecidos no quedan totalmente  claros, pero creo que en total un cuarto de millon en todas las zonas. La ciudad fue totalmente barrida, el epicentro casi al lado de su costa. Hoy en día nada de esto se aprecia, sólo una ciudad tranquila,  eso sí,  totalmente nueva.


Banda Aceh nunca se ha integrado realmente en Indonesia, ni siquiera durante las épocas de Sukarto primero, y Suddarto después. Con Suddarto la confrontación fue mucho más violenta, aunque realmente Suddarto dedicó gran parte de su tiempo a las purgas, en todo el país. Parece ser que el tsunami aparcó parte del conflicto, quizá la llegada de un problema mayor paso a segundo plano las discusiones nacionalistas. En un año se firmó la paz.


Nos hemos acercado a la mezquita más famosa aquí,  Raya Baiturraman. La pillamos en obras, bueno, todo los alrededores.  Parece que le están construyendo nuevos jardines pero hace que no se vea la perspectiva completamente,  una pena,  porque es una construcción ligera,  casi parece una mezquita colonial, blanca con sus cúpulas negras y sus puertas de bronce.


El ambiente es muy tradicional y tranquilo, es viernes y la mezquita tiene muchas actividad, nosotros no podemos entrar pero la vemos por fuera con las capuchas en préstamo. Somos los únicos blancos andando hoy por la ciudad, la  gente nos mira y sonríe,  pero todo el mundo nos deja tranquilos, un placer de caminata.

Como es viernes todo cierra de 12.00 a 14.00,  hasta nos cuesta encontrar donde tomar un café.  Nos acercamos a ver el museo del Tsunami,  una Calatravada de seis millones de dólares,  es bonito pero me parece excesivo, me imagino que hecho con los sobrantes de las donaciones internacionales, mas de 600 millones de dólares. El contenido es pobre pero hay un vídeo espectacular del tsunami en el que se ve la entrada en Banda Aceh y en el que un niño protagonista explica el proceso. Primero hubo un terremoto y cuando la gente se estaba recuperando del primer impacto el mar entro en la ciudad, como una riada, destrozándolo todo. Y después de las primeras olas vinieron otras.


Quizá una de las fotos que más impresionan es la de la mezquita que queda de pie con todo el barrio reducido a escombros. De las imágenes de vídeo sin duda la entrada en tromba del agua por las calles de la ciudad. Una ola de 18 metros que lo arrasó todo.

Un barco de pesca llegó al medio de la ciudad y se quedó atrapado encima de unas casas. En el salvaron sus vidas casi 60 personas que se pudieron subir. El barco lo han conservado como monumento, por la tarde nos acercamos caminando. Ahí está,  se ve raro, parece mentira que fuera aquí,  difícil de imaginar.


Siguiendo por el río hasta el mar están colocados los barcos de pesca, me imagino que todos nuevos, todos comprados con las donaciones, como casi todas las casas nuevas en esta zona. Están subiendo a pulso los bloques de hielo a los barcos para conservar el pescado en alta mar. Al lado están secando pedazos raros de pescados al sol, justo al lado de los barcos. Los pescadores saludan y se acercan a preguntar de donde somos.


Las zonas comerciales se agrupan por gremios, esto es muy de Asia. En una misma acera hay 14 peluquerías exactamente iguales, ni con nombre en la puerta. Lo mismo pasa con las tiendas de arreglos de motos y demás. Como en el resto de Asia también hay incontables negocios de telefonía móviles, en todas las calles, muchos seguidos. Las casas comerciales siguen el modelo de casa china, tienda abajo y vivienda arriba, pero en diseño horrible cuadrado de hormigón y balcones de metal.

Hemos pasado por el mercado local, colorido y oloroso, sobre todo por sus pescados y carnes. Muy movido para ser por la tarde, por lo menos vemos variedad de frutas y verduras. También hemos comido bien  aquí,  con algún sitio un poco más cuidado donde hemos hecho opciones oriental y occidental,  cafés incluidos, eso sí,  en los más locales todo por señas pero con sonrisa.


La vuelta la hacemos en tuk tuk local que lo tengo controlado, le llaman becak,   con asientos al lado de la moto y enganchados como un carrito. Se usa para todo, para transporte de personas,  animales y cosas . En Pulau Weh cogemos alguno de cuatro plazas de madera, parecía el carrito en miniatura de Cenicienta. Al aeropuerto vamos en uno a la mañana siguiente, nos lleva el mismo amigo de Tony, un tipo muy agradable pero que habla demasiado y no mira mucho a la carretera.  Mi mochila va enganchada en la zona de delante,  curiosa manera de coger un vuelo internacional.



Me he leído Fear and Loathing in Las Vegas,  de Stuart Thompson. En inglés,  en papel,  lo cambie en el dive center y  me lo leí allí en la playa. Es un libro de culto, como la película, pero a mi no me dice nada. Un fin de semana de drogas sin control en Las Vegas,  ni siquiera es un  fiestón como Dios manda. Me imagino que el culto le viene de la época en la que fue escrito, en el 71, dando una visión más dura de las drogas que los años 60, y por otro lado el morbo de ser una historia entre real y ficticia, pero totalmente prescindible de leer en este siglo. La diferencia entre los grandes libros y los que no lo son.




miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pulau Weh

Venimos a la punta más oriental de Sumatra. Lo decidí cuando tuvimos que sacar el visado de 60 días,  necesitamos un vuelo de salida y recordé que quería bucear desde hace mucho en Pulau Weh.  Entrando por Sulawesi el plan era centrarse allí y ver a que más daba tiempo por el camino. Nos hemos quedado cortos, entretenidos en las Célebes,  así que vamos a ver poco de Sumatra, solo esta zona y volamos desde Surabaya. Tampoco ahora de inicio me hace tanta ilusión,  pero cuando decidi salir por Pulau Weh no sabía que me iba a animar a bucear en Sipadan, Tulamben, Bunaken, Lembeh o Una Una.


Es un día de vuelos. Y una noche previa un poco caos. Parece que no hay ni un hotel libre en Banda Aceh y en teoría vamos a llegar muy tarde, en estos casos siempre me gusta tener donde ir directamente la primera noche.  Más en Asia, más en una  zona en la que se aplica la Sharia. Siempre me da respeto, lo intento comprender, pero ni lo entiendo ni lo comparto, y a pesar de la mente abierta, el espíritu viajero y demás mentiría si digo que no siento recelos, y casi busco confirmación continua para reafirmarme en mis principios.  Por desgracia en  estos días a veces los recelos son mayores, los musulmanes son agradables y no los veo violentos, pero sus principios de vida diaria son totalmente distintos de los míos y mientras que aquí son llevaderos, porque estoy de paso y me adapto, de vuelta en casa son a veces  inaceptables porque para ellos son irrenunciables y no están de visita.

Volamos con Lion Air, no esta mal, pero a veces da la misma sensación que los buses públicos.  Vamos a Banda Aceh y vamos a parar dos veces, tres despegues y aterrizajes, uno de ellos en un sitio ni que sabía donde estaba cuanto me subo al avión - luego sabre que está justo enfrente de Singapur. Tampoco lo venden como vuelo con dos escalas porque en una no te bajan  del avión,  pero ya me había enterado así que vamos preparados. No es barato,  y está lejos, casi 4 horas volando en total, pero cruzamos casi completamente Java y Sumatra, mas de 2000 km.


Para llegar a Pulau Weh salimos en ferry, el paseo es agradable, ayer se hundió uno en Surabaya, pero este parece moderno y estable. Nada mas salir nos encontramos que el mar se parte en dos colores, no tengo claro si es la corriente y la desembocadura del río,  pero parece cortado y pintado en dos colores.


Llegamos en menos de dos horas, la isla desde fuera se ve muy bonita,  volcánica y virgen, por aquí también paso el tsunami y la reconstruyeron completamente,  de hecho llego mucho dinero a sus habitantes. Negocio con un local para que me lleven en tuk tuk a Gapang donde vamos a un centro de buceo de unos españoles del que hablan muy bien, pequeño y tranquilo. Tras un poco de regateo, todo es más fácil cuando sabes el precio, sufres menos y te relajas antes, nos lleva por 80.000 rupias y una media hora. La isla por dentro es pura selva, con todos los verdes y una costa escarpada que dibuja distintas bahías.


La llegada es un poco decepcionante, no esperaba una playa espectacular, pero quizás una zona más completa. Es verdad que está nublado pero la playa es pequeña y realmente me deja pensando que me he equivocado.  Empieza a mejorar cuando encontramos a Nico, uno de los gemelos que lleva el centro, catalán andaluz que enseguida nos ayuda con la logística. Una vez cerrado el tema acomodación nos quedamos en el centro y el ambiente es el ideal,  tipos muy tranquilos, pocos clientes y stress, y hasta sale el sol. Comemos y cenamos y todo mejora, pero aún así la zona tiene nada, quizás por eso me empieza a gustar.

Las costumbres musulmanes aquí son muy tradicionales,  de hecho al ser viernes el centro esta cerrado y no se puede hacer nada hasta las dos, ni nadar!! Tampoco les gustan los perros, así que por lo visto los envenenan, los chicos de aquí tienen un par de ellos en protección.  De la cerveza ni hablar. Y la cantidad de normas es ridícula.  Parece ser que la paranoia por la moralidad llega a niveles estúpidos,  y parece ser que las denuncias personales son muy habituales, una especie de gran hermano musulmán.


Hemos pasado toda la semana en Gapang,  que no llega a playa, sobre todo con la marea alta, es más bien una bahía, pero limpia, de aguas claras,  con un pequeño camino de tierra y negocios locales donde hemos comido estupendamente, con un toque occidental que ya necesitábamos. No tiene más de 600 metros, al principio está nuestro bungalow, aceptable, hay muy poco donde elegir. Al fondo la tienda de buceo, moster divers. El día se va en esos 600 metros.


El buceo ha estado bien pero complicado,  para principiantes no es. Hay mucha corriente y variada - además nos ha pillado luna llena -, muchos buceos son  profundos, hemos llegado con poca visibilidad y además hay una invasión de medusas,  nunca había visto tantas, ni en el lago de medusas de Togean.

Fuimos al plateau de los tiburones y la verdad es que nada más bajar me encantó lo que vi, rodeado de peces de colores, lleno de escuelas de los ballestas azules de dientes rojos. Vimos a los tiburones de punta negra durmiendo en el fondo del mar y muchas muchas morenas, una de ellas gigante nadando libre.


En la segunda inmersión vimos decenas de rayas diablo, muchísimas.  Habíamos visto ya alguna el día antes. La visibilidad no es muy buena y no lo disfrutamos todo lo que debiéramos,  con un poco de mejores condiciones hubiera sido espectacular,  así se nos queda un poco sabor agridulce. No hay pruebas gráficas, sólo de la medusas de la que tuve que estar huyendo toda la inmersión,  aunque al final me cazaron en la superficie.


Hacemos un inmersión más relajada y más larga, enfrente de gapang.  Vamos con un chico local y vemos muchos cosas. Vemos muchos pipe fish, algunos muy grandes,  de nuevo el Robust,  y lo mejor de todos los fantasma pero muchos más coloridos que en Bunaken.


También vemos una barbaridad de peces león,  de los que no te cansas de ver. También más anguilas de jardín,  lenguados,  rayas de puntos azules a las que se enganchan rémoras,  y rémoras que se quieren enganchar a nosotros  con su cabeza de suela de zapato.

También veo un bicho nuevo, el cangrejo de porcelana, se esconde detrás de la grandes anémonas donde viven los payasos. Muy colorido.


Para terminar nos animamos con el cañón.  Una inmersión en el otro lado de la isla. Pasamos en barca por el kilómetro cero, donde se acaba o empieza Indonesia. Están haciendo un monumento terrible. Debajo del agua es muy bonito, con muchos corales de abanico y gorgonias.  El buceo no es fácil pero es bonito, mas de paisaje que de bichos. La visibilidad es mejor, las medusas no están.

El buceo no ha estado mal pero me lo esperaba mejor, me imagino que el tsunami ha destruido mucho coral. También ha destruido otro vida marina que hace que algunos bichos ya no vengan como los tiburones ballena. También es verdad que tiendo  a comparar con otros sitios recientes y que no es temporada aquí. 

La tienda y los chicos son un regalo, la verdad es que hay un ambiente de familia y amigos muy agradable, y la experiencia en general  muy positiva, pese a las primeras impresiones de la playa. La lluvia nos ha perdonado, todas las grandes lluvias ha sido de noche. El suministro de luz ha sido un cruz, sobre todo el fin de semana, justo cuando necesitamos reservar vuelos e investigar. Pero bueno, esto también hace el lugar más tranquilo.


Sólo un día nos hemos ido  explorar y poco, nos hemos acercado a la playa de al lado, Iboih. El paseo merece la pena, la isla se ve como parque jurásico,  se ve mejor desde el mar,  árboles en cada hueco. La playa en si  no merece la pena aunque en teoría es la que viene recomendada en todos los sitios. Casi no hay playa, esta preparado para las visitas locales de fin de semana y tiene muy poco encanto,  eso sí el agua es transparente y la isla de enfrente, Rubiah,  que es más selva en un peñasco.


Por el camino se pasan zonas de manglar, aquí se aprecia perfectamente la invasión de medusas. Al bajar la marea la tierra queda rosa,  con las medusas todavía moviéndose donde hay un poco de agua. Los cangrejos violinistas casi se quedan sin espacio.


El último día como siempre lo peor despedirse y dejar atrás la comodidad de otro sitio conocido y confortable, me adapto pronto a todos estos sitios. Aquí se queda la familia Monster con Fernando, Nicolás,  Sergi, Vanessa y Aitana,   un sitio para bucear con amigos, se nos adapta el plan perfectamente,  ahora bien, tenemos que practicar más en corriente para sufrir menos y estar menos tensos.

Tras liquidar las cuentas nos vamos el viernes pronto,  el día de descanso local, Tony nos viene a buscar a las 6.30 en su tuk tuk y nos volvemos a cruzar la isla, justo a tiempo para coger el ferry lento que vuelve a salir antes de tiempo. De nuevo nos vamos rodeados de locales para Banda Aceh, o fumando o mirando el móvil, un poco deprimente. Como el 0-4 que nos ha metido el Barsa, por lo menos disfrute del ambiente local hasta las tres de la mañana con los bares abarrotados, fútbol y té,  la verdadera marca España.



Me he terminado de leer el libro de viajes de Paul Theroux,  Ghost train to the Eastern Star, en papel e inglés,  me ha encantado,  aunque en inglés he perdido parte de la belleza de la escritura, demasiado adjetivo que desconozco, pero la manera de narrar sus viajes y sus contactos con la gente realmente me han entretenido y me han hecho pensar. Ha pasado por los mismo destinos de hace 40 años pero en el 2006, por muchos sitios más o menos cuando yo pasé. Uzbekistán,  India, Camboya, Tailandia, Laos, Sri Lanka, Vietnam, y aunque me reconozco en algunos pensamientos y discrepo en otros, me ha hecho pensar, revivir y simplemente disfrutar. Entre las ideas que se me han quedado es la del placer voyeurista de ver un país rural, tranquilo, parado en el tiempo, donde a veces los locales sólo ven miseria, pobreza y ganas de escapar. Quizás donde lo viví con más crudeza fue en Senegal, donde yo veía pueblos pesqueros tradicionales con mucha vida ellos claramente me dijeron que estaban intentado escapar en sus pateras a España,  arriesgándose a la cárcel o a la muerte, en casa para ellos no había nada

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Volcán Bromo

Había oído hablar del Bromo antes que de ningún otro volcán en Indonesia, bueno, sólo el Krakatoa antes porque lo conocía por las películas de niño. Es de los más activos pero se ha hecho famoso por las vistas y por los amaneceres, por desgracia eso lo ha convertido en un  punto por excelencia para tours, con lo que eso conlleva de gentíos,  poca tranquilidad y aquí en Indonesia timos, altos precios y baja calidad. Aún así lo intentamos por libre para evitar en lo posible parte de estos problemas y disfrutar de la libertad.


La tarde después del Ijen fue medio rara, lo mejor las conversaciones con Gabi y Mariano, tan parecidos a nosotros, y con ese acento que adoro. Hablamos demasiado de comida. Ellos intentaran llegar a España en su viaje. Una pena que sigan recto, a ver si los encontramos más tarde. Laurence es muy buen tipo también,  pero no tiene el acento porteño. 

En Bayunwangi decidimos venir al Bromo definitivamente,  Lawrence se une a nosotros y los argentinos y Octava siguen hasta Surabaya, pero todos coincidimos en venir en tren. Que gran acierto después del caos de los buses,  con un precio cerrado - 80.000 rupias-  aire acondicionado,  asientos cómodos,  y además seguro sin la locura del tráfico. Me encanta viajar en tren, mi transporte preferido, relaja, da tiempo, te sienta cerca de gente, ahorra trafico, .... Estoy escribiendo ahora desde aquí,  y hasta hace unos minutos leyendo el libro de Theroux en tren por Asia,  por todos los sitios que he estado y que no.


Tras cinco horas llegamos a Probbolingo y empiezan los timos. Sólo venimos cinco blancos en el tren que se queden aquí, se nos unen una pareja de checos. Tomamos un bemo local hasta el autobús,  pero un listo se ha subido en la parte de adelante y nos dejan antes en una agencia. Empieza la batalla. Que desgaste y que pereza. Escapamos de aquí andando a la terminal pero el proceso será largo, la furgoneta pública no sale hasta que se llena, y en teoría caben quince (como sardinas). Allí ya hay tres americanas y un par de suizos y una inglesa,  11, pero algunos no quieren pagar por salir antes, una muy noble resistencia al timo, en este caso por menos de medio dolar,  pero no quiero discutir con las americanas, así que paramos a comer. Mientras vienen 5 chavales de Barcelona y cumplimos con el cupo, nos podemos ir. No nos ha ido mal, pero es una pena tener que estar tan a la defensiva.

Al llegar a Cemoro Lawang hay que pagar un entrada, ínfima,  10.000 rupias, ni un euro, pero los ánimos de los viajeros están calientes, así que hay casi un  motín. Finalmente entramos en el pueblo. Esta situado entre unas montañas como paredes con cultivos  en ellas, pero no en horizontal,  sino en vertical. Hace fresco ya estamos bastante arriba. El pueblo vive literalmente al lado de los volcanes, a un par de kilómetros hay cuatro o cinco de tamaño considerable, y activos. Me imagino que uno se hace a esto.


Hemos hechos muy buenas migas con los suizos, Florián y Deborah,  y con la inglesa,  Charlotte, así que nos vamos los seis a buscar home stay.  En seguida encontramos una que está bastante bien y muy limpia, así que nos quedamos, a diez euros por cabeza, lo más cerca posible del Bromo. Nos vamos a cenar juntos y preparamos el plan el día siguiente. Finalmente estamos muy tranquilos en el pueblo,  parece oto mundo después de las discusiones de todo el día. 

Nos levantamos a las dos, vamos a subir andando en vez de en 4×4 que es la oferta turística que se vende en toda Java. Vienen muy pocos viajeros independientes en esta época. Hace frío, pero menos del esperado, aun así me pongo todo lo que tengo que es poco. Entre subir y bajar serán unos diez kilómetros, pero hay una parte que es totalmente vertical.

Lawrence es el guia, tiene una app que le marca el camino. No se ve nada, los volcanes solo se intuyen. Por el camino apreciamos un  fenómeno muy curioso, como tormentas producidas dentro de los cráteres, fogonazos de luz al entrar las cenizas en contacto con el aire,  nunca lo había visto. Me parece mucho más espectacular que el fuego azul.


En seguida llegamos al mirador 1, hasta el 2 el camino es vertical, una parte con escaleras. No se nos da mal, Lawrence es un guía estupendo. Sólo hemos en encontrado a otros tres caminantes,  pero por la carretera abajo se ven docenas de coches. Cuando llegamos arriba, en la parte final, nos unimos a la carretera los últimos 500 metros. Es terrible pero esperado, un atasco de coches y motos, y en la cumbre unas 200 o 300 personas, todas en el mismo punto con sus palitos de selfie y demás. ¿Cómo será esto en temporada alta y fin semana? 


El amanecer se ve bonito, pero no iguala el del monte Sínai,  el trekking tampoco. Claro que allí no se puede subir en coche. Eso sí,  el paisaje si que es realmente espectacular, de hecho tardas en verlo todo, sobre todo porque al principio te tapa la gente. Lo primero que te atrae son los volcanes y sus calderas. Tardas en darte cuenta que una está completamente llena de humo, creía que eran nubes.

Luego cuando te haces un hueco y consigues una buena posición sobre una columna puedes ver toda la  cordillera,  el pueblo en el valle, una especie de muralla natural, una gran llanura desierta y luego la unión con todos los volcanes. El conjunto realmente impresionante, aunque la impresión real te la llevas en todo el camino de vuelta que es cuando lo disfrutamos completamente.


Como vamos solos nos quedamos a tomar un te en la cumbre y a la media hora no queda absolutamente nadie, así que disfrutamos del paisaje para nosotros, la verdad es que es mucho más bonito pese a no ver la parte amanecer. Es uno de los mejores ejemplo de como el turismo mata una experiencia. De hecho para mi ni siquiera merece la pena subir al mirador final, cualquier punto intermedio que hemos visto es mejor para ver el amanecer, lo descubrimos cuando bajamos, solos completamente de nuevo y vemos con la luz lo que antes se nos escapó. 

El trekking de bajada es genial por la luz, las vistas, por la vida local y las plantaciones, por la relajación,  la falta de ruido. Además por aquí no nos han cobrado la entrada, unos 20 dolares.

El Bromo contiene las cenizas en su interior, el aire las mueve todas hacia el este, de vez en cuando se adivinan explosiones que lanzas mayores humareda.  El borde del cráter atrae mi atención. A los pies del volcán se ve un templo hindú,  allí están llegando todos los coches ahora. Desde allí se puede subir al  borde del crater, han hecho unas escaleras y montado unas barandillas. Me gustaría hacerlo, es una caminata fácil desde abajo, sólo porque ya estoy aquí,  pero decido saltármelo porque cuando llegamos abajo y desayunamos ya son las 10 de la mañana,  nos hemos tomado el paseo con mucha calma, un lujo. Pero estamos cansados y sobre todo no me fío nada del transporte aquí,  y mañana volamos.


Cuando las cenizas se aclaran se ven mejor algún cráter gigante. El primer volcán de cono perfecto,  a su derecha un cráter de tamaño descomunal,  al fondo el más alto de Java, el Semeru,  unos 3.700 metros. Nosotros hemos llegado por encima de los 2.700 andando.

En la llanura del pueblo se ve  mucha actividad agrícola,  hay  muchísimos ajos y cebollas, también  están cultivando coles con abono de cáscara  de arroz. Las casas de madera parece que se caen. En el fondo las grandes montañas con sus cultivos verticales.


Aquí parece que ya ha empezado a llover, esta bastante verde y tienen árboles en flor, es un paisaje muy diferente del que habíamos visto hasta ahora. Ya desde el tren el paisaje se veía muy verde pero con arrozales y café de java, aquí es muy diferente.

Otra vez despedirse, una pena dejarlos y una alegria conocerlos. Conseguimos el transporte rápido con sólo cuatro personas y pagando un euro más,  no me lo creo hasta que nos dejan en la terminal. Aquí volvemos al ciclo del timo, es agotador, me dejo timar relativamente,  nos cobran el doble creo, un euro más,  pero la mitad que me pidieron en la calle, y salimos ya, hacia Surabaya. Este punto de Java es con diferencia la peor experiencia de trato viajero en todo el camino, y de los peores sitios que he visto en este aspecto en mi vida. Aún así estoy muy contento de haber venido, me han encantado los volcanes y yendo con otra buena gente lo ha facilitado todo, con unas experiencias muy personales y tranquilas.

El autobús es otra de estas fiestas locales,  con música de karaoke,  vendedores de todo y gente que se sube a cantar y tocar y pedir. El espacio entre los asientos diseñado para iberia para locales de metro y medio, algún local con una espada agrícola debajo del asiento, pero al menos con aire acondicionado.


domingo, 15 de noviembre de 2015

Volcán Ijen

Para subir al volcan Ijen salimos a la una de la mañana,   más dormido que despierto, subimos al 4×4. Vamos con Gaby y Mariano,  unos argentinos muy cercanos que vienen de Nueva Zelanda después de 7 meses; con Octavia,  una italiana que habla en argentino,  y Laurence,  un holandés agradable que lleva un año viajando. Es un muy buen grupo para caminar. El jeep nos sube hasta la base del Ijen, por el camino revienta una rueda, pero llegamos hasta arriba. 

En la entrada hay bastante gente, pocos locales porque es lunes, hemos venido a propósito fuera de fin de semana. Hay que pagar 100.000 rupias por subir. Habrá como unas 100 personas, le quita encanto pero es el problema de que la actividad empiece para todos a la vez, una vez en el camino, y sobre todo a la vuelta, se nota bastante tranquilo y se disfruta más. 

Empezamos en oscuridad absoluta,  con nuestras linternas, un camino muy muy empinado,  y muchísimo polvo. Las estrellas se ven estupendamente, un cielo distinto al de casa, cielo del sur. A mitad del camino se empieza a ver bajar a los famosos mineros del azufre. Da igual que lo hayas leído antes, que lo sepas, impresiona ver a estos tipos tan pequeños cargar sobre sus espaldas hasta 90 kilos en una palo con dos cestas. Cada kilo se lo pagan a 1.000 rupias,  1 euro cada quince kilos. Después de hacer tu mismo el camino de subida y de bajada con una pequeña mochila, un camino bastante duro,  y a veces medio peligroso, el asombro es mucho mayor que cuando los ves en la oscuridad de la noche.


No se cuanto tiempo hemos tardado, pero yo creo que unas tres horas. Es un camino empinado,  y está alto, más de 2.000 metros, enseguida duele la cabeza como si estuvieras en el altiplano. Arriba del todo el camino se aplana y hace más frío mucho viento, no me doy cuenta al subir pero al volver con la luz me daré cuenta que estamos andando por el borde del cráter. 


Desde aquí se empieza a bajar, te metes realmente en la caldera del volcán. Es un camino empedrado, irregular, por el que bajan los visitantes y suben los mineros con sus terribles cargas. A veces nos perdemos,  aun con la  linterna es difícil saber a veces el  mejor camino, en esas situaciones esperamos a ver a algún minero o a  algún pequeño grupo con guía,  nosotros vamos solos.


Abajo del todo es realmente la puerta del infierno. Por una lateral de la montaña la tierra se abre y deja de escapar gas y azufre, el humo sale a presión. Más tarde con la luz veré algún dispositivo que los mineros han montado para canalizar parcialmente  esos gases. A esta hora de la mañana conseguimos ver el fuego azul, uno de los motivos de venir tan pronto. De dentro de la montaña escapa fuego completamente  azul que solo se puede ver aquí o en Islandia. Es bonito, distinto,  único,  pero para mi no el mayor atractivo del lugar, aunque es curioso verlo. 

Cuando empieza a haber luz,  aquí como en todos los sitios del ecuador se hace de día sin sol, descubro el gran lago azul y verde que está dentro del caldera y detrás de donde sale el humo sulfuroso. Es realmente impactante, un descubrimiento. También se aprecia mucho mejor como de dentro del cráter estamos, con sus caldera como montañas alrededor. 


En las entrañas del vapor se ve a mineros suicidas sacando de entre el humo pedazos grandes como rocas del interior de la montaña y la humareda. Están ahí, ahora por lo menos con una pequeña máscara antigás,  por lo menos este que está tan adentro,  los que suben y bajan no las llevan puestas. Yo también llevo una, me recuerda las películas de los 70. Me aprieta la nariz, me escuecen los ojos. Enseguida le pillo  el truco, sólo hay que acercarse con el viento a favor, entonces las nubes de humo amarillo desaparecen.


La subida de la caldera con luz es más fácil que la bajada. Por el camino se ven a decenas de  mineros con su carga. Ahora intentan vender algún souvenir de azufre y posan para algunos turistas por unas rupias - rupias que una pareja de maduros franceses no les dan después de coserles con un foto reportaje para el que los mineros se paran y posan, pero los mineros son lentos, no les pueden perseguir. Me parece mal, injusto. 

Desde más arriba hay ahora unas vistas estupendas, de vez en cuando con el contraste del amarillo del azufre en las cestas que brilla. Las paredes del cráter parecen que están desgarradas por uñas gigantes que han abiertos ríos de arena seca, paisaje lunar.


En la cumbre esperamos al sol de verdad. Un cartel que ahora se ve mejor dice que esta prohibido bajar, no lo entiendo,  el gobierno vende entradas, supongo que son carteles antiguos y se han quedado como elementos exóticos. También  puede ser para defenderse de posibles accidentes. He visto alguna gente muy dentro del humo, y el aire cambia muy rápido. Los colores no cambian demasiado o a demasiado mejor y bajamos después de estar una hora allí sentados, ya casi solos. 


Ahora se ve perfectamente el borde del cráter, como un paisaje del planeta de los simios. La bajada es muy luminosa, con todo lo que no hemos visto antes, las montañas,  mas volcanes y todo el polvo del camino flotando en el aire, menos mal que bajamos solos. La ventaja de venir sin guía y tener tiempo.


En el camino se ve a mas mineros operando con el azufre. Una vez que los suben desde la caldera en los cestos sobre los hombros en grandes lajas, se paran en el borde del camino, lo rompen en pequeños pedazos y llenan  unos sacos que luego llevan en carretillas de metal fabricadas con este propósito. Cuesta abajo es buena idea, cuesta arriba caminan con la carretilla encima de los hombros. La carretilla más alta que ellos.


Al llegar abajo del todo el conductor no nos puede llevar de vuelta,  el reventón no tiene arreglo fácil. Viene el dueño del hotel a buscarnos y nos lleva de vuelta, en teoría hace un pequeño tour pero en el grupo hay pocas ganas, normal después de levantarse a la 1 de la mañana y andar más de cinco horas. Paramos a ver las abejas en sus colmenas, las plantaciones de café,  de caucho, ...pero sin bajarnos del coche. Y nos saltamos la parada en la cascada para bañarnos,  yo me hubiera quedado, estoy fresco y ya hace calor.

Llegamos al hotel a las 9.00 y dormimos un poco, decidimos todos quedarnos un día más - cuesta cinco euros quedarse!!!!-  y planificar desde aquí el viaje al Bromo, el siguiente volcán. 


sábado, 14 de noviembre de 2015

Hacia Java

Ya estamos en Java, en la isla de los volcanes y los templos. Los templos ya los vi el año pasado.  Borobudur es el templo budista más grande del mundo, al lado de Jogyakarta una ciudad que me gustó,  es una gran estupa,  de tamaño descomunal, con unos frisos deliciosos y unos budas relajantes que se sientan en la cúpula, algunos dentro de pequeña campanas. 


Pero este es el año de los volcanes. El año pasado no lo hice porque no me daba tiempo y el plan era terrible para hacer de vacaciones, levantándose dos días de madrugada,  todo el tiempo en minibus y durmiendo en sitios terribles. Ahora lo estoy haciendo con más tiempo, pero los madrugones no me los quita nadie.

Para ver volcanes, con Ecuador,  este me parece el mejor país. Aquí hay más,  de hecho cuesta elegir. Cuando eliges los volcanes en Indonesia no es fácil decidir cuáles,  el mapa de volcanes es infinito. Decidí los de Java porque para mi Indonesia no es un país,  sino muchos,  casi como grandes islas, y quería terminar de ver Java. Nunca será tarde para  volver a Flores o Lombok,  bueno el de Lombok está justo ahora en Erupción.  


Hemos volado de Makassar, que ya no la llaman así sino Ujung Puting, a Dempasar,  otra vez Bali, otra vez nuestra poca querida Kuta, pero para parada de un día nos vale. Nos acercamos andando al centro, al hotel Butang Suri,  donde nos vamos a dar un día de relax. Es un hotel antiguo, con piscina relajante, viejuno pero renovado, que nos viene genial para descansar, esta muy bien por poco dinero. Mientras lo reservo en booking,  que sale más barato que el hotel, me conecto y descubro la masacre de París. Una más. Se me pasan mil cosas por la cabeza, y lo poco que se parecen los musulmanes con los que me cruzo con estos otros bárbaros.  No es un tema que me atreva a comentar con los locales.

Después del relax con cena y cervezas en un warung cercano, al día siguiente tras el desayuno nos vamos a la estaciones de buses. Paramos un taxi que no nos engañe mucho, lo mejor los de Blue Bird. Hay que tener cuidado porque los imitan. La estación esta fuera del centro, en Ubung. Al llegar nos atacan como a piezas de carne para subirnos al bus. Me lo tomo con calma y localizo el bus que nos va a cruzar a Java. Tras unos instantes de pánico, el bus se ha ido por ahí con nuestras mochilas, conseguimos salir. No termina de irse hasta que casi se llena, solo dos parejas más de viajeros,  unos de ellos franceses impactados por las noticias. 

Es un viaje un poco incómodo,  caluroso por la costa de Bali,  sin aire acondicionado. Nos lleva más de tres horas llegar al fin de Bali. Allí tomamos un ferry que nos cruza a Java. Se ve el estrecho como en los mapas. Me encanta reconocer los mapas en la realidad. En el vuelo desde Makassar se aprecia la isla de Bali perfectamente,  sus formas y sus volcanes. El aterrizaje a ras de mar. Ahora, enfrente de Bali, los volcanes nos esperan, se ven gigantescos al otro lado, al menos cinco.


He buscado un sitio para dormir e ir a ver el Volcán Ijen al día siguiente. El hotel Permata Indah en Bayunwangi.   Por estas cosas del transporte caótico conseguimos que nos paren justo en la puerta, muy amables. Un autobús terrible se convierte en servicio de taxi perfecto, por menos de seis euro por cabeza con ferry incluido pero que no creo sea el precio local.  El hotel es un poco cueva como se esperaba,  pero venimos porque parece que son muy serviciales con el transporte al volcán y cobran poco mas de diez euros. Total casi no se duerme, hay que levantarse a la 1 de la mañana. El restaurante al lado es muy local, muy barato y bastante rico. Lo peor es el ruido de la carretera de al lado con el típico trafico javanés. 


viernes, 13 de noviembre de 2015

Toraja - Bolu

El último día me quedo para ver el mercado de Bolu.  Se celebra cada seis días y esta muy cerca de Rantepao,  como a 4 kilómetros. Es principalmente un mercado de ganado, como los que se hacían en España,  los orígenes de muchas ferias que todavía se celebran, pero ahora con otro contenido.


Después de desayunar salimos a buscar un transporte público que nos lleve allí.  Son iguales que los privados pero se diferencian porque llevan matrículas amarillas, y el precio que es mucho más barato, unos 30 céntimos de euro. Hay pequeñas furgonetas con bancos corridos, todo terrenos con el respaldo del asiento de entrada arrancado para poder entrar fácilmente atrás,  y los becak con motor, una moto con un asiento delante para una par de personas -como frene sales disparado- y los ojek,  las motos.  Nos vamos en un 4×4 que apila los billetes en el salpicadero, es una costumbre local, luego los van contando cuando se aburren.

Nos deja a la entrada del pueblo, no se puede entrar por el tráfico. Un local que venía en el transporte nos indica el camino. Cruzamos un río muy grande y enseguida se llega a una explanada donde se exhiben los búfalos. Hay cientos.


Los bajan de los pueblos en pequeños camiones. Los precios son realmente altos, dependiendo de cosas tan curiosas como los remolinos en la piel. Los albinos son especialmente apreciados, de piel blanca y ojos azules que asustan. Los sostienen por argollas atadas a la nariz.Todos están gordisimos y les dan continuamente de comer, también los refrescan con mangueras y cubos. Están relucientes. No llevan mala vida. Parece ser que los compradores no son de la zona Toraja sino que vienen de fuera, a mi no me parece ver mucha transacción,  pero si muchos hombres paseando entre los animales.


En la parte de atrás están los cerdos. Bastante menos agradables de ver. Están atados con cuerdas a grandes bambú verdes y puestos en hileras en una repisas de hormigón.  Son cerdo negros, muy grandes, y que gritan muchísimo cuando los mueven. Los compran y se los llevan en motos, en carretillas, en cualquier cosa. Da un poco de angustia.


También hay una zona gallos de pelea. Los propietarios andan orgullosos con los gallos debajo del brazo, también se les ve bien cuidados, aunque estos deben llevar vida más sufrida. Está todo lleno de cestas de caña donde los mantienen aislados unos de otros, esto se ve mucho en los pueblos y por las carreteras.




Fuera de la zona animales vivos hay un edificio lleno de puestos, todo parece ropa de segunda mano, de la que echamos a la zona de reciclaje en casa. Hay cosas muy bonitas hechas a mano que no me puedo llevar, esterillas de caña, cestos,  sombreros,...no hay espacio en la mochila.

La zona de alimentación me parece pobre, hay muy poca fruta, poquísima comparada con otros mercados asiáticos.  Aquí hay algo de verdura,  pero también poco variado. El pescado es muy escaso y poco apetecible. Entre lo más agradable están los puestos de café,  recién molido que huele de maravilla.


También hay puestos de señoras muy mayores que venden todos los ingredientes para consumir el betel, la nuez, la hierba, el calcio y las hojas secas. Las están masticando continuamente y les pone la boca completamente roja, me imagino que es muy similar a lo que veíamos en India y Birmania, no se traga, se escupe. El color rojo aquí lo da una especie de mineral que rallan que no sé como se llama ni que es.


También por primera vez vemos algún puesto más agradable con legumbres y con algunas verduras. Las vendedoras de arroz con sus grandes sacos son una constante en Asia, pero aquí veo por primera vez el arroz negro que no sabía que existía,  pensaba que sólo se podía hacer con la tinta del calamar.


No es un mercado especialmente agradable, tiene demasiado trafico, pero tiene sus cosas curiosas, incluidas las tiendas que vende recipientes hechos de barriles de gasolina, casi lo único reciclado que he visto en Sulawesi. También se ve algún adivino trilero y hasta una especie de brujo con un puerco espín metido en una jaula, creo que tenia pedazos de todos los animales en peligro de extinción,  incluida la cola del pangolin.


En Rantepao curiosamente hemos visto muchos españoles,  un poco de todas las edades, a un grupo de ellos les ha llamado mucho la atención que vendan pollos de colores, como se nota que son de otra generación,  la nuestra todos tuvimos uno en casa.


Antes de volver nos damos una vuelta por el pueblo y nos quedamos a comer en un warung local, musulmán,  comida local pero rica,  mee goreng,  noodles fritos y sabrosos. Tras el descanso nos buscamos otro transporte local y nos retiramos al Poppies para descansar, comunicarnos y preparar la logística siguiente. Cenamos allí y conocemos a un catalán que viene de Papua, Juan Carlos. Me he quedado con ganas de ir al valle de Baliem y por lo que cuenta merece la pena  y no hay absolutamente nadie. 

Tras la cena el bus nos viene a recoger al hotel. Es comodísimo,  casi como una cama, elegimos bien el asiento, así que dormimos bien las 8 horas hasta Makassar. Nos deja directamente en el aeropuerto,  todo muy cómodo,  pero no son ni las cinco de la mañana y el vuelo sale a las nueve, así que aquí estoy escribiendo.  Próximo destino de vuelta a Bali para visitar los volcanes de Java que se me quedaron el año pasado pendientes.

En el bus me he terminado un libro malo de Stephen King que me había descargado para momento aeropuerto.  Se llama El Fugitivo, de cuando escribía con seudónimo porque sacaba demasiados libros al año.  A este hombre le tengo cariño,  me enganchó a leer cuando era un niño y todavía de vez en cuando me leo algo suyo que me encanta como el libro que hizo del asesinato de Kennedy.  Además de los que me leí en su momento hace mucho que me encantaron,  de esta época con seudónimo es La larga marcha que me lo leí varias veces, no se que me parecería hoy, no quiero probar. Creo que de El Fugitivo hicieron una película mala con Swarzenagger hace  muchos años. El final del libro es igual que el 11 de Septiembre, espeluznantemente igual, escrito  mucho antes.