He dejado de escribir día a día. En un tipo distinto de viaje a todo lo anterior y casi nada de mis rutinas del último año encajan, cuesta más disfrutar, en parte porque se acaba, en parte por el motivo de este final precipitado, pero creo que en otra parte por la falta de variedad de este país, muy bonito, muy verde, pero limitado para mis gustos y está experiencia.
El tiempo vuelve a cambiar. Llueve un montón a primera hora, así que me ahorro la decisión y seguimos camino. Al llegar a Queenston ya está parando, y en cuanto hacemos unas compras ya sale el sol. Estupendo para seguir viaje por carretera.
Paramos en un pueblito que se llama Arrowtown, una de las aldeas mineras que había por aquí de la fiebre del oro local. Esta muy bien conservado, pero demasiado turístico -como todo en esta zona-. El pueblo ha pasado casi sin transición al boom turístico, lo bueno de tener una historia tan corta. Se puede pasear por el poblado chino, donde trabajaban los buscadores de oro chino, esta curioso. Unas casas minúsculas restauradas en las que se ve la vida de los primeros emigrantes, un poco maltratados.
Ya el sol esta pleno así que puedo ir por la ruta panorámica a Wanaka. Montañas arriba se puede ver todo el valle a los pies, colecciones de ríos, lagos, prados, ....Nueva Zelanda. El pobre coche casi no sube por aquí. El resto del paseo hasta Wanaka es por un valle con más poblados mineros y poco más.
Wanaka es el otro gran centro turístico con Queenston, pero a mi Wanaka me parece mucho más agradable. Nos quedamos dormir en el Holiday Park para descansar de kilómetros y aprovechamos para andar por el lago, después de otro brunch con paisaje.
Unos lagos se conectan con otros y después de varios días dejan de sorprenderte, a todo creo que nos acostumbramos. El paisaje es agradable y andamos más de 10 km alrededor.
Paisaje, paisaje, paisaje y setas, de todo tipo. Que pena no saber si se comen o no. Por primer vez en la vía veo setas de gnomo, de esas rojas con pintas blancas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario