Mi primer fiordo. Y hace un mes ni siquiera sabia que había fiordos en Nueva Zelanda. Un paisaje tremendo entre montañas, glaciares, lagos y el mar. Fiorland. Un parque natural que es Patrimonio de la Humanidad.
El día ha empezado muy gris y lluvioso así que sobre la marcha he ido cambiando el plan. Me he intentado desviar para ver unos árboles milenarios pero la carretera era terrible de grava y a los 10 kilómetros me he dado la vuelta. Además no paraba de llover, así que también me he saltado los dos siguientes lagos y he venido directo a Te Anaun. Sólo en Manapouri he parado a ver el lago y estirar las piernas.
Te Anaun es un pueblo y un lago, pero sobre todo un lago, descomunal de largo con grandes montañas en el fondo. Esto sólo lo aprecio bien a la vuelta, se ve mejor de tarde que de mañana por la falta de luz. Tras reservar cama y pedir consejo nos vamos a Milford Sound, el único fiordo al que se puede llegar por carretera.
Otra carretera como la Ocean Road, hecha en la depresión para dar empleo y empezar a lanzar el turismo, picada a mano entre montañas y valles excavados por los glaciares. Son 120 kilómetros de Te Anaun, pero sólo los últimos 40 entre las montañas. Antes vistas de los grandes lagos, y de alguno más turístico como el Mirror Lake.
Al entrar en los valles glaciares se ven las montañas chorreando de agua de lluvia y de glaciares pequeños que se derriten en sus cumbres, muy distintos de los que formaron el valle.
Cuando la carretera se estrecha choca contra una gran montaña que han horadado a mano, cuesta abajo y de sólo un carril, así que hay semáforos para entrar y salir. Hemos llegado en la temporada justa, aquí viene mucha gente, más de medio millón de personas al año, casi todos en verano.. No me lo quiero imaginar, venía un poco asustado. Hoy hemos venido tarde siguiendo las recomendaciones y ha funcionado, poca gente y paseo tranquilo.
Al pasar al túnel se sale a un valle totalmente rodeado de grandes montañas, desde aquí es muy bonito el resto del viaje, paramos en Monkey Creek para disfrutar las vistas y la altura de las montañas.
El único paseo lo hacemos en The Chasm. Monte verde por todos los lados, musgo y liquen, pero sobre todo agua viniendo de todos los sitios. Puliendo la roca, haciendo piscinas y piletas y un ruido atronador.
Poco paramos antes de llegar a la entrada del fiordo, se ve como en las fotos. La sorpresa es el crucero -bueno, el barco de 90 minutos por el fiordo- De ida esta muy bien pero la vuelta, no sé porque, es mucho mejor. La perspectiva de las montañas es mucho más completa. Una de ellas de se levanta a más de 1600 metros desde el mar. Da vértigo.
Todo el camino esta lleno de cascadas y cataratas más o menos espectaculares. Mucho más cuanto más te acercas. La más alta, Sterling, tiene más de 130 metros y parece nada en la mole de la pared. La que esta al lado del embarcadero desparrama agua por todos los sitios con mucha fuerza. Por todas las paredes cae agua.
Al final del fiordo otra vez el Mar de Tasmania. Otra vez, pero ahora por el lado opuesto. La boca del fiordo se oculta entre las rocas, tanto que el Capitán Cook se lo paso dos veces sin descubrirlo y no se supo nada de él hasta el siglo XIX.
Antes de volver la suerte de ver más focas, estas muy pequeñas, me imagino que de otra raza. Nadando y subiéndose ágilmente a las rocas. Ha sido mucho mejor de lo esperado, y de casualidad hemos llegado el primer día de oferta de temporada baja, 1 de abril. Ni sabia que estábamos en otro mes. La vuelta nos da para parar un poquito más y disfrutar de más ríos, más lagos, más montañas.
Hoy dormimos en Te Anum. Ha sido un gran día, aunque a veces es difícil planificar que hacer mañana al ser todo y exclusivamente paisaje y naturaleza. Excepcional, pero a veces poco variado en cuanto a opciones. Y además sigo sin estar acostumbrado al modelo de vacaciones día a día. Echo de menos un poco más de playa, leer, no hacer nada y 30 grados.
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