La vuelta a Christchurch es fácil aunque un poco aburrida. Nos asomamos por la costa para ver los acantilados catedral en Gore, otro pedazo de marketing naturaleza. No es espectacular pero nos damos el último paseo por la playa, esto ya es el Pacífico desde hace unos días. La última comida al lado del mar.
Llegamos a Christchurch a tiempo de dar un paseo. La impresión no es mucho mejor que la del primer día, no es un sitio que merezca la pena ver, pero ya estando aquí paseamos. La misma impresión de reconstrucción incompleta y descampado. Un paseo por el botánico y por su centro inconexo. Uno de los grandes ejemplos de que la Lonely Planet intenta a veces quedar bien con todos. Y más chinos.
Nos quedamos en el mismo airb&b. Los gatos nos asustan, se ponen a llorar, y la dueña nos dice que lo hacen cuando hay terremotos. Por suerte hoy no, aunque se va la luz en toda la ciudad y nos asustamos un poco más. Falsa alarma. A dormir. A devolver el coche. A volar.
Qué vacío. Que pocas ganas de volver. En el primer avión, camino de Auckland. Quedan 40 horas de viaje. Pasar por Australia y Dubai antes de llegar a Madrid, a la nada. Aquí me han despedido las ovejas en el finger de entrada al avión. Aquí se acaba esta experiencia. Hay que empezar a pensar en los próximos sueños y a disfrutar de todo lo cotidiano que no ha existido el último año. Va ser una transición difícil, pero hay que celebrar más lo vivido y seguir disfrutando del día a día cada dia. Sólo me arrepiento de no haber disfrutado aun más, cada momento y cada experiencia. Y ya con ganas de más Instantes.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares a donde nunca he ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario