jueves, 14 de abril de 2016

Christchurch

La vuelta a Christchurch es fácil aunque un poco aburrida. Nos asomamos por la costa para ver los acantilados catedral en Gore,  otro pedazo de marketing naturaleza. No es espectacular pero nos damos el último paseo por la playa, esto ya es el Pacífico desde hace unos días. La última comida al lado del mar.


Llegamos a Christchurch a tiempo de dar un paseo. La impresión no es mucho mejor que la del primer día,  no es un sitio que merezca la pena ver, pero ya estando aquí paseamos. La misma impresión de reconstrucción incompleta y descampado. Un paseo por el botánico y por su centro inconexo. Uno de los grandes ejemplos de que la Lonely Planet intenta a veces quedar bien con todos. Y más chinos.

Nos quedamos en el mismo airb&b. Los gatos nos asustan, se ponen a llorar, y la dueña nos dice que lo hacen cuando hay terremotos. Por suerte hoy no, aunque se va la luz en toda la ciudad y nos asustamos un poco más. Falsa alarma. A dormir. A devolver el coche. A volar.



Qué vacío. Que pocas ganas de volver. En el primer avión,  camino de Auckland. Quedan 40 horas de viaje. Pasar por Australia y Dubai antes de llegar a Madrid, a la nada. Aquí me han despedido las ovejas en el finger de entrada al avión. Aquí se acaba  esta experiencia. Hay que empezar a pensar en los próximos  sueños y a disfrutar de todo lo cotidiano que no ha existido el último año. Va ser una transición difícil, pero hay que celebrar más lo vivido y seguir disfrutando del día a día cada dia. Sólo me arrepiento de no haber disfrutado aun más,  cada momento y cada experiencia. Y ya con ganas de más Instantes.


Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares a donde nunca he ido.




martes, 12 de abril de 2016

Kaikoura

En Kaikoura es el único lugar en el que repetimos noche. Ha sido un paseo algo movido este de Nueva Zelanda, muy distinto de todo el viaje anterior. Es una suerte que terminemos aquí porque ha sido uno de los mejores sitios, de los mejores paseos, de nuevo cerca del mar y lleno de bichos.


Ya estoy hecho a los Holidays Park, que invento!!!! Sobre todo en  temporada con poca gente. Están en muy buenos sitios y con  habitaciones grandes, se ve que es muy utilizado por los locales.

Esta zona es famosa por los animales, avistamiento de ballenas y demás. También muy comercializado con tours pero con la gran ventaja que aquí te puedes adentrar en la península tu solo a recorrerla andando y es un gran paseo. Con calma, los 11 km me duran seis horas en vez de tres, pero es realmente diferente y agradable.


El paseo empieza en la ciudad, la península apenas esta habitada. Tiene dos itsmos que son playa, de piedra negra al norte blanca al sur curiosamente. La península son todo acantilados, las grandes montañas al fondo, mar por todos los sitios. Se puede andar por el pie de los acantilados y dar la vuelta entera con la marea baja, tenemos suerte y aprovechamos.

Desde el minuto 1 se ven bichos, primeros pájaros de mar, sobretodo cormoranes secándose al sol, de dos o tres tipos. A lo lejos parecen pingúinos, pero de estos no vemos ni uno, son tímidos.


Casi piso a una foca que se ha echado a dormir al lado de la carretera. Aquí es donde más cerca las vemos con diferencia y además donde más hay, a cíentos. Estas son menos tímidas y se inmutan poco a tu paso, ni gruñen.

Con la marea baja toda la costa es piedra tallada, plana, arrugada, como adoquines de Toledo o piel de dragón. Como no la han bautizado pasa poca gente por aquí a verlo, pero es realmente diferente.


Al rato de andar entre las piedras vuelvo a pisar focas, menudo susto nos damos unos a otros. Aquí hay docenas, es la punta de la península y ya se ve algún chino. También están muy tranquilas, son todas de la misma raza. De piel. Blancas al sol, marrones oscuras en el agua. Se mimetizan con la roca en tierra y con las algas en el mar.

Por aquí se sube a un mirador y se puede andar todo el trekking por la cornisa de los acantilados, las vistas dan a un mar salvaje y azul. En estas playas es desde donde divisaba a las ballenas y le daban caza, por lo visto si decían eso de por allí sopla.... sobretodo cachalotes, como Moby Dick. Ahora dan pasta de otra manera, con los avistamientos. Menos mal que no es temporada, aquí la moda es ir a verlas en avión. Nos quitamos el ruido.


Al rato de estar arriba bajamos a la costa, menos vista pero mucho más bicho. Muchísimos.  Comemos en unas rocas, rodeados de ellos. Como el camino no va normalmente por aquí estos están menos acostumbrados y están más atentos, nos dan algún susto y alguna risa.

Saliente tras saliente conseguimos dar la vuelta a la cara sur, más mar de piedra y foca durmiendo. Un gran paseo de los mejores, aunque aún queda más de 1 hora para volver andando,  cruzando el itsmo de vuelta al coche. Esta parte da más pereza.

Más  mejillones para cenar y el penúltimo vino, y como un peso en la cabeza en el que no intentas pensar pero sigue ahi. Esto se acaba.




domingo, 10 de abril de 2016

Malborough

Más hacia el sur busco cosas distintas. Ya el paisaje es difícil  que me sorprenda o me atraiga. Hacía el sur he leído de un museo de aviación de la Primera Guerra Mundial, está en Omaka, y lo ha montado el director del Señor de los Anillos, Jackson, que además y por lo visto lo han hecho Sir.


El museo está muy bien, no se si vale 30 dólares,  pero aquí el concepto calidad precio es difícil de medir después de un año por Asia. A mi me ha gustado mucho, realmente casi todo lo que se puede ver en los museos y en general leer e informarse es de la Segunda Guerra Mundial, pero para esta gente  como  para los australianos y también franceses, la Gran Guerra es la Primera.

Tienen pocos aviones originales, la verdad es que quedan muy pocos en el mundo. De algunos modelos ninguno. Pero son unas réplicas estupendas y vuelan. La aviación de la Primera Guerra Mundial absorbió a gran parte de la caballería,  el señorío cambiando de regimiento por la tecnología.  Las historias son curiosas, de heroísmo,  locura y sorprendente admiración y respeto por el enemigo. Una especie de nuevos caballeros.


Sabia muy poco de estos aviones, algo he aprendido, pero sobre todo te entran por los ojos, los biplanos y los triplanos, incluido el del Barón Rojo. Tienen la cruz original de su avión. Cuando le mataron nada más llegar el avión a tierra lo despedazaron para souvenirs de la época, hasta las botas le robaron. Que por cierto aun se conservan en Australia.


El alto mando inglés mandaba a sus pilotos sin paracaídas,  para que no se tirarán antes de tiempo y malgastar aviones. Sin embargo gastaban más en botas y abrigos, la elegancia inglesa. Los alemanes no, así que cada vez que cazaban  uno se rifaban el equipo.

El que más me ha gustado  es una avión monoplano,  alemán,  con alas de pájaro.  El que más se parece a un pájaro que haya volado. Parece de broma. En los libros de Bill Brysom se aprende algo de la evolución de la aviación en los años 20 con la competencia para cruzar el atlántico. De la década anterior no sabía nada más allá de los hermanos Wright. A viejos llegaron pocos.


Al lado se pueden ver coches antiguos -con otra entrada- pero aquí como en Tasmania el museo está en la calle, se ven muchos coches clásicos a pleno rendimiento,  hasta camionetas.

Dormimos en Blenheim y a la mañana siguiente nos vamos de bodegas que son muy famosas por la zona, producen el 75% del sauvignon blanc del país.  Todo muy bien, menos conducir después de probar más de 10 vinos.

La zona es un  valle entre montañas con viñedos tan regulares que no lo parecen, como cortados con máquina -probablemente -. Cloudy Bay es la bodega más elegante de las que visitamos y probamos cinco de los vinos que tienen. El Sauvignon Blanc es espectacular,  el Pelorus con gas muy bueno, y los tintos pinot  noir  penosos - y alguno a 90 dólares la botella - todos de tapon de rosca.


Paramos en un par de bodegas más,  entre ella Nautilus. Aquí han traído albariño y parece que lo venden muy bien, aquí la cata es gratis y el dueño muy simpático. Menos glamour, el mismo resultado. Buenos blancos y tintos pobres. Y castañas y nueces en el jardín que nos duran hasta hoy camino de Madrid.

Me ha gustado más el vino de Australia que el de Nueva Zelanda, de hecho del de Australia me ha sorprendido calidad - precio. El de Nueva Zelanda lo suponía mejor.


Desde aquí carretera por la costa hasta llegar a Kaikoura al final del día,  un poco largo y el día se pone feo. Pero la costa nos vuelve a mostrar hermosas vistas, pero sobre todo cíentos de focas.

viernes, 8 de abril de 2016

Picton

Entre West Port y Nelson la nada. Antes de irnos nos acercamos al cabo, a ver el faro, uno mas, este menos atractivo que otros. El paseo bueno fue el de ayer tarde, hoy es solo asomarse y poco mas, y sin focas el paseo siempre pierde puntos.


El día de coche se hace largo, otros 200km que son más de 4 horas. Toda la primera parte por un río muy amplio y una garganta. Aquí se hace alguno de esos tours de Jet boats. También hay lagos para hacer trekking, pero no es el día.

La parada a comer relaja como todos los días en el campo, pero tengo como ganas de llegar y se hace más largo. Las curvas no se acaban. Los ingeniero neozelandeses no saben hacer puentes de dos carriles. La tarde noche la pasamos en Richmond, al lado del Nelson.

Íbamos a ir al Parque Nacional de Tasman,  pero al leer aquí más información se me quitan las ganas. El trekking es en plan paseos por las playas y parece más plan familiar que otra cosa, además no puedes ir por tu cuenta, tienes que ir en grupo o subirte a un taxi boat, así que me da pereza.


Al dia siguiente seguimos por la carretera hasta Havelock, llegamos demasiado pronto para comernos aquí los mejillones verdes, famosos aquí.  Así que los compramos y los cenamos por la noche,  la verdad es que están muy buenos, aquí el mar más limpio no puede estar.

En esta zona están otros Sounds, otro fiordos. La realidad supera a los mapas, son 5, como nuestras rías pero con  mas recovecos. En 40 kilómetros de fiordo hay 350 de costa, así es la carretera, mil curvas.

Los paisajes vuelven a ser espectaculares. Tiene razón el comentario que suena infantil de la Lonely, al menos un vez al día se te escapa el Guauuuu ante una vista. De repente detrás de una curva un lago, un pico, un prado, .... aun sorprende. Los fiordos están llenos de árboles,  hasta el mar. Muy tranquilos,  parecen lagos.


En unos 40 km hasta Picton disfrutamos y nos mareamos en sus curvas. No son ni 40 kilómetros. Justo antes de llegar un paisaje peculiar de miles de árboles talados deprime, aunque se suponga sostenible -esto no es Indonesia -. Sorprende.  Asusta. Pero el Ikea crece.


Al otro lado Picton es la entrada desde la isla norte, o la salida para allá.  Otro pueblo tranquilo, pero aquí los barcos son más grandes que la ciudad. Reponemos sidras y las disfrutamos en otra bahía del fiordo,  la parada de comida.

miércoles, 6 de abril de 2016

West Port

La parte norte de la costa oeste me encanta y me sorprende. En este viaje también me estoy dando cuenta que soy mucho más de mar que de montaña, la montaña me aburre en un par de días,  el mar no.


Al salir de Whaharoa nos paramos en unos de esos ríos de aquí,  también muy del señor de los anillos,  río de glaciar con color azul turquesa, y como con hilos de agua corriendo entre un pedregal anchísimo, del tamaño de las crecidas.

Los únicos pueblos que se ven son antiguas aldeas de la época de la fiebre del oro. Paramos en Ross, uno de ellos. Parece el lejano oeste de las películas americanas, con sus bares, sus hoteles, sus casas de madera, ... y aquí su comisaría con cepo y todo.


Cuando se vuelve a la costa se disfruta del mismo paisaje salvaje del principio de la costa,  pero aquí por fin sin las dichosas moscas. Todas las playas están llenas de árboles y madera muerta. Paramos a comer en un parque natural, al lado de un río, sólos entre las piedras. La verdad es que las comidas las estamos disfrutando mucho. En el campo. En cuanto te alejas un poco estas sólo, en  cuanto andas.

La visita de la costa,  donde están todos los turistas, es en unas formaciones naturales que se llama pancake rocks, son mucho mejores de lo esperado. El mar ha ido desgastando las rocas, con sus cuevas, acantilados y demás. El suelo está formado por capas de piedra, como de arena, que es lo que le da nombre. El marketing de la naturaleza.


Un poco más adelante nos damos un paseo breve por el campo hasta otra playa. Llena de rocas, también espectacular. Una pena que aquí no te puedas bañar en ninguna playa. Las olas y rocas y algas descomunales asustan.


Llegamos a dormir a West Port, a un Holiday Park en la playa. La verdad es que el coche con los Holidays Parks son una gran combinación. La libertad del coche, accesos a cocinas y sobre todo dormir en una cama como Dios manda y duchas, con el clima de aquí se agradece. Aunque hace muy buen tiempo para ser abril, otoño, por la noche hace frio.... y aquí pocos sitios bien montados libres, de hecho los Holidays Parks están llenos de campervan,  sólo se ven fuera las del tipo mugriento.

Antes nos acercamos a la colonia de focas que está en la punta de la costa. Que gran manera de terminar el día. Se ve a las focas estupendamente, bastante cerca y muy muy activas.


Pero el espectáculo es el mar. Olas contra acantilados y más playas salvajes. Y puesta de sol. La verdad que uno de los mejores días.


martes, 5 de abril de 2016

Glaciar road

El tiempo sigue siendo estupendo pero no nos animamos a hacer el trekking largo aquí,  una pena, y me arrepiento, parece ser que es duro, 11km en 6 horas asusta, pero a Nueva Zelanda se viene a andar o no se viene. Las otras actividades me parecen entre ridículas, muy turísticas o me pillan mayor: trekking con llama (si, el animal andino!!!), conducir tanques, unirse a tour del señor de los anillos con muchos chinos,  subirse a cosas que hacen mucho ruido -Jet boats o helicopteros-, esquilar ovejas,  saltar en paracaídas o puenting. ...


Así que nos pegamos una paliza de coche por unos paisajes de mentira todo el día,  da igual lo que andes, por esta zona el paisaje mejora y mejora y mejora. Todo vistas impresionantes. Aunque después de varias horas de coche aburre un poco y se avanza lentísimo,  200km son 4 horas, a veces desespera.

Toda la primera parte entre lagos hasta llegar a la costa es realmente impresionante. Es todo entre lagos y montañas, sin una casa, sólo campo y vistas. Te cambias de un lago a otro. La luz no es como en Australia, aquí curiosamente me ha gustado mucho más la luz cuando está nublado. Este país se ilumina en la oscuridad, pero el sol le come los colores.


Antes de llegar a la costa se va por pasos de montaña entre cascadas y bosques,  también un paisaje salvaje, sin casas y muy tranquilo, sin tráfico. Donde se meten los chinos en la carretera?

La costa Oeste es espectacular, playa salvaje infinita, olas larguísimas que ocupan todo lo largo del mar, arena más blanca- pero no como la de Tasmania- y enfrente del mar de Tasmania. Pero tiene un pero. Y grande. Las sand flies. Te comen vivo. No te puedes ni bajar del coche,  entran a decenas y te fríen. Se meten entre la ropa. No sé como consiguen volar con el aire que hace aquí,  pero nos echan de dos playas y no volvemos a parar hasta los glaciares.


Comemos con vistas a un lago y conozco a una maestra jubilada que lleva 2700 kilómetros en bici por aquí,  son de otro planeta. Tiene 68 años pero parece que  tiene 98, aquí el sol debe abrasar. Eso sí,  energía,  como el doble que yo. Un ejemplo de señora que ya en los 70 viajo por Europa y volvió a casa a través de Afganistán y Birmania. Casi nada.

Es un día raro, muy bonito, pero largo, y lo disfruto menos de lo que debería. Uno de esos días que te fijas más en lo malo que en lo bueno. El cansancio?  La vuelta? Al menos vemos los glaciares. Venía con las expectativas bajas, así que me gustan bastante. Sobre todo el segundo.

Cuando has visto el Perito Moreno,  o el Upsala, o el Lago Grey, o casi cualquiera en Patagonia estos glaciares saben a poco. El primero, el Fox, es más pequeño, mejor verlos en este orden. La verdad es que es más una visita histórica más que natural, porque desaparecen a una velocidad terrible,  la diferencia con las fotos de 2006, hace nada, son espeluznantes.


El Franz Josef es más impresionante, se ve más desde la distancia se ve el glaciar caer por la montaña, el frontal se ve mejor y es más visual. A mi lo que más me ha gustado es lo bien que se ve el valle y el río que este antiguo monstruo a montado. La vista 360 grados es increíble,  un manual de geografía, una clase en directo. Además todo el entorno es más bello.


En los dos sitios se anda una hora o más para ir y volver, el paseo merece la pena, aunque no te puedes acercar a más de 400 metros por tu seguridad. Bueno, por el negocio, si contratas a un chaval en pantalones cortos entonces ya es seguro. Lo que da más pena -aunque ya es así en todos los sitios- es la comercialización, todo el paseo lo haces entre el ruido de helicópteros que se posan en el glaciar con sus chinos. Si quieres verlo sin ruido te aconsejan venir a las 18.00 de la tarde (a las 18.30 ya es de noche con el cambio horario)


Nos cuesta encontrar donde dormir y terminamos en Whaharoa, en un hotel, con una maori muy sociable y una catalana que está haciendo goofing por aquí. Los maories aqui estan totalmente integrados, nada que ver con los aborigenes. Las razas tampoco.

Nos ponemos un poco al día con Anais, la catalana. Nos tomamos unos vinos, y nos dan la 1 de la mañana, la primera vez en mucho tiempo.

lunes, 4 de abril de 2016

Lake District

He dejado de escribir día a día. En un tipo distinto de viaje a todo lo anterior y casi nada de mis rutinas del último año encajan, cuesta más disfrutar, en parte porque se acaba, en parte por el motivo de este final precipitado, pero creo que en otra parte por la falta de variedad de este país,  muy bonito, muy verde, pero limitado para mis gustos y está experiencia.


El tiempo vuelve a cambiar. Llueve un montón a primera hora, así que me ahorro la decisión y seguimos camino. Al llegar a Queenston ya está parando, y en cuanto hacemos unas compras ya sale el sol. Estupendo para seguir viaje por carretera.

Paramos en un pueblito que se llama Arrowtown, una de las aldeas mineras que había por aquí de la fiebre del oro local.  Esta muy bien conservado, pero demasiado turístico -como todo en esta zona-. El pueblo ha pasado casi sin transición al boom turístico, lo bueno de tener una historia tan corta. Se puede pasear por el poblado chino, donde trabajaban los buscadores de oro chino, esta curioso. Unas casas minúsculas restauradas en las que se ve la vida de los primeros emigrantes, un poco maltratados.


Ya el sol esta pleno así que puedo ir por la ruta panorámica a Wanaka. Montañas arriba se puede ver todo el valle a los pies, colecciones de ríos,  lagos, prados, ....Nueva Zelanda. El pobre coche casi no sube por aquí. El resto del paseo hasta Wanaka es por un valle con más poblados mineros y poco más.


Wanaka es el otro gran centro turístico con Queenston, pero a mi Wanaka me parece mucho más agradable. Nos quedamos dormir en el Holiday Park para descansar de kilómetros y aprovechamos para andar por el lago, después de otro brunch con paisaje.


Unos lagos se conectan con otros y después de varios días dejan de sorprenderte, a todo creo que nos acostumbramos. El paisaje es agradable y andamos más de 10 km alrededor.

Paisaje, paisaje, paisaje y setas, de todo tipo. Que pena no saber si se comen o no. Por primer vez en la vía veo setas de gnomo, de esas rojas con pintas blancas.

domingo, 3 de abril de 2016

Glenorchy

Ayer fiordos, hoy lagos y montañas. Justo en la tierra media. Hemos venido hasta Glenorchy donde por casualidad hemos encontrado los escenarios del Señor de los Anillos. Isengard entre otros,  donde Saruman hacia a sus orcos. Ahora hay chinos, no justo ahí pero por los alrededores de Queensland. A mi me parecen lo mismo. La invasión.


Pero hasta aquí me he dado un largo rato de coche. De hecho parece otro día.  En Te Anaun la niebla no me dejaba ver nada, y la primera media hora de coche ha sido casi en la oscuridad. Cuando la niebla se ha ido ya casi estaba llegando a Queenston.

Hemos llegado al lago Watakipu, un lago descomunal en forma de rayo. Empieza en Kingston  y termina en Glenorchy. Y aquí empieza el día.  Un lago y montañas espectaculares. Pero poco que hacer nada más que pararse a mirarlo.


Queenston es una ciudad muy turística en un sitio precioso. Me ha sorprendido lo turística que es. Llena de actividades de lo más horteras . Una especie de parque de atracciones de la naturaleza. Es curioso que oigas más a los helicópteros o los barcos a toda velocidad haciendo eses que a los animales en el bosque. No me gusta el concepto, aunque triunfa y debe dar pasta. La verdad es que aquí no hay nada que hacer nada más que paisaje y andar, así que me imagino que lo complementan.

Salgo un poco disparado de aquí, no me gusta, aunque el escenario sea bonito. Hacemos la carretera panorámica hasta Glenorchy, 50 km que según ellos están en el top 10 de carreteras panorámicas.  El paisaje es realmente imperiosamente. La verdad es que los paisajes del Señor de los Anillos ya se te asocian en la cabeza,  aunque cuando encuentras los reales, hay mucho más ordenador que paisaje.


En el pueblo buscamos un packpackers que está lleno de pescadores y navegantes locales de 70 años disfrutando del fin de semana, pero tranquilo. Las vistas al lago son geniales, y los chinos no se quedan a dormir. Algunos vienen vestidos de novios,  y lo peor, ya vienen por su cuenta y alquilan coches. Imparable.

Comemos con otras vistas geniales al lago y no acercamos a hacer un trekking a la zona de Isengard. Sin nadie, muy solitario. A Saruman no lo veo pero el paseo por el bosque si parece encantado. El paseo lleva al lago sylvan y va totalmente por el bosque, se agradece  trekking un poco más natural, sin tanta pasarela y madera.


El paisaje aquí es de nuevo espectacular. A ver si hacemos algún trekking más largo y descansamos un poco de tanto coche.


sábado, 2 de abril de 2016

Fiorland

Mi primer fiordo. Y hace un mes ni siquiera sabia que había fiordos en Nueva Zelanda. Un paisaje tremendo entre montañas, glaciares, lagos y el mar. Fiorland. Un parque natural que es Patrimonio de la Humanidad.


El día ha empezado muy gris y lluvioso así que sobre la marcha he ido cambiando el plan. Me he intentado  desviar para ver unos árboles milenarios pero la carretera era terrible de grava y a los 10 kilómetros me he dado la vuelta. Además no paraba de llover, así que también me he saltado los dos siguientes lagos y he venido directo a Te Anaun. Sólo en Manapouri  he parado a ver el lago y estirar las piernas.

Te Anaun es un pueblo y un lago,  pero sobre todo un lago, descomunal de largo con grandes montañas en el fondo. Esto sólo lo aprecio bien a la vuelta,  se ve mejor de tarde que de mañana por la falta de luz. Tras reservar cama y pedir consejo nos vamos a Milford Sound, el único fiordo al que se puede llegar por carretera.


Otra carretera como la Ocean Road, hecha en la depresión para dar empleo y empezar a lanzar el turismo,  picada a mano entre montañas y valles excavados por los glaciares. Son 120 kilómetros de Te Anaun,  pero sólo los últimos 40 entre las montañas. Antes vistas de los grandes lagos, y de alguno más turístico como el Mirror Lake.

Al entrar en los valles glaciares se ven las montañas chorreando de agua de lluvia y de glaciares pequeños que se derriten en sus cumbres, muy distintos de los que formaron el valle.


Cuando la carretera se estrecha choca contra una gran montaña que han horadado a mano, cuesta abajo y de sólo un carril, así que hay semáforos para entrar y salir. Hemos llegado en la temporada justa, aquí viene  mucha gente, más de medio millón de personas al año, casi todos en verano.. No me lo quiero imaginar, venía un poco asustado. Hoy hemos venido tarde siguiendo las recomendaciones y ha funcionado, poca gente y paseo tranquilo.

Al pasar al túnel se sale a un valle totalmente rodeado de grandes montañas, desde aquí es muy bonito el resto del viaje,  paramos en Monkey Creek para disfrutar las vistas y la altura de las montañas.


El único paseo lo hacemos en The Chasm. Monte verde por todos los lados, musgo y liquen, pero sobre todo agua viniendo de todos los sitios. Puliendo la roca, haciendo piscinas y piletas y un ruido atronador.

Poco paramos antes de llegar a la entrada del fiordo, se ve como en las fotos. La sorpresa es el crucero -bueno,  el barco de 90 minutos por el fiordo- De ida esta muy bien pero la vuelta, no sé porque, es mucho mejor. La perspectiva de las montañas es mucho más completa. Una de ellas de se levanta a más de 1600 metros desde el mar. Da vértigo.

Todo el camino esta lleno de cascadas y cataratas más o menos espectaculares. Mucho más cuanto más te acercas. La más alta, Sterling,  tiene más de 130 metros y parece nada en la mole de la pared. La que esta al lado del embarcadero desparrama agua por todos los sitios con mucha fuerza. Por todas las paredes cae agua.


Al final del fiordo otra vez el Mar de Tasmania. Otra vez, pero ahora por el lado opuesto. La boca del fiordo se oculta entre las rocas,  tanto que el Capitán Cook se lo paso dos veces sin descubrirlo y no se supo nada de él hasta el siglo XIX.

Antes de volver la suerte de ver más focas,  estas muy pequeñas, me imagino que de otra raza. Nadando y subiéndose ágilmente a las rocas. Ha sido mucho mejor de lo esperado, y de casualidad hemos llegado el primer día de oferta de temporada baja, 1 de abril. Ni sabia que estábamos en otro mes. La vuelta nos da para parar un poquito más y disfrutar de más ríos,  más lagos,  más montañas.


Hoy dormimos en Te Anum. Ha sido un gran día,  aunque a veces es difícil planificar que hacer mañana al ser todo y exclusivamente paisaje y naturaleza. Excepcional, pero a veces poco variado en cuanto a opciones. Y además sigo sin estar acostumbrado al modelo de vacaciones día a día. Echo de menos un poco más de playa, leer, no hacer nada  y 30 grados.

viernes, 1 de abril de 2016

Invercagill

El día se va estropeando al salir de los Catlins, cambiando, y cuando llegamos a Bluff ya había más nubes que sol, pero todavía hay mucha luz. Bluff es el puerto de Invercagill y me he acercado para comprar ostras, las de aquí son muy famosas. También es un punto límite de la isla, donde acaba la carretera. Stirling Point.


En la mitología maori la isla sur es la barca de Maui- el dios que pescaba islas y creo Hawai- y la isla más lejana de Stuart es el ancla, así que han hecho una escultura cadena. Es una bonita leyenda. Es curioso lo cerca que estamos del polo sin estar lejos del Ecuador, como me engaña el mapamundi plano. 

Después del fish and chips local nos acercamos a Invercagill. Una ciudad más fea que bonita. Aquí nos organizamos el alojamiento -es mi modus operandi aquí, reservar durante el día en las oficinas de información dependiendo de por donde vaya-.

Podemos ver a un bicho que se llama Tatatua. Un lagarto prehistórico que sólo se puede ver aquí en cautividad y en dos islas remotas más al sur, lleva millones de años anclado en la historia de la naturaleza. Un pequeño dinosaurio, me ha gustado.


Salimos hacia el norte, dejando ya los Catlins atrás pero siguiendo la ruta panorámica que pasa por Riverton. Un nombre muy original, una ciudad en un río. Por los visto de las más antiguas de aquí, ballenera. Desde las costa se ver todo el perfil de la isla sur de Nueva Zelanda.

Más al norte paramos en Cosy Nook, una pequeña bahía de piedra con tres casetas de madera y un mar salvaje entre rocas, para darnos el lujo de comernos media docena de ostras con sidra local encima de unas piedras. La verdad es que están estupendas, sabrosas y carnosas.


Más adelante más playas, Cole Bay, en teoría para los amantes del surf valientes. A la entrada una estatua que podría se perfectamente camboyana, fea y de escayola. La playa de piedras y conchas. La carretera cortada, una más. Un cartel de temporary que amenaza ser de largo plazo. Ayer un puente caído me llevo a dar un rodeo por carreteras de gravilla durante 20 kilometros...en mi Toyota enano. 

Los árboles en toda esta zona están como peinados por el aire, es una memoria también de la Patagonia pero estos árboles son más bonitos.  Los troncos se arrastran y las ramas y hojas están peinadas todas en la misma dirección. Un poco de cuento.


Como sobra tiempo me desvío para ver la Monkey Island en otra playa estupenda rodeado de acantilados de arena. Al fin una zona de acampada libre con servicios. Aquí en Nueva Zelanda casi no hay, me imagino que una estrategia entre la economía y la higiene. Australia y Tasmania estaba mucho más preparado. Aquí no hay ni una barbacoa!!!! Que pena.


Las última parada es el mirador Mc Craken, acantilados con prados verdes hasta el mar. Montañas al fondo. Playa inmensa llena de troncos. Curiosamente este país a veces me parece una mezcla de varios, y muchas veces las islas británicas e Irlanda me recuerdan con rincones parecidos, sobre todo Gales. 

A dormir a Tuatapere, la tierra de las salchichas. Nosotros nos decantamos por más ostras, cordero y vino local. Estupendo. El lodge backpackers todo para nosotros,  buena temporada para viajar. A ver si aguanta el tiempo.